sábado, 8 de diciembre de 2012

EL AMANTE.XIII PARTE.

 En los momentos de lucidez que tenía, era consciente en el jugo en el que estaba metida y las consecuencias que podía acarrear. Solo con la idea de poder perder a mi marido, mis hijos, mi familia, se me revolvía el cuerpo, la amargura inundaba mi interior.
Mi cuerpo no estaba en consonancia con mi mente, el pecado se había anclado en el  y no era capaz de expulsarlo.  Todas las sensaciones y sentimientos que había descubierto en este tiempo me convirtieron en una mujer diferente. Nunca pude imaginar verme inmersa en este tipo de juego.


Por mucho que mi vida había cambiado, no abandone mis deberes como madre y esposa, no podía consentir que pasiones interfirieran en ellos. Era demasiado mi amor.
 Estaba en el apartamento esperando a que viniera, era extraño que se retrasara, me estaba poniendo ya nerviosa cuando llamo a la puerta. Al abrir su cara me reflejo que algo pasaba.
-¿Qué pasa?
Me dio un beso de refilón y paso derecho a sentarse en el sillón, nunca le había visto en ese estado, pero sabía que  era  grave.
Después de encender un cigarro y suspirar profundamente, empezó hablar muy despacio. Su jefe quería mandarle a una nueva filial  que iban abrir en Nueva Zelanda.
Su mundo se le vino abajo, tenía que hacer lo imposible  para no irse. No podía llevarse  a su familia y aquí tenia negocios que no podía abandonar.  Y lo que me dejo con un sabor agridulce, fue cuando me dijo: “Y por ti”


Pasamos la tarde hablando de lo que podía hacer para no irse, analizando las consecuencias que le podían traer en  la empresa. Con mi ayuda, poco a poco se le fueron aclarando las ideas y empezó a ver claro la estrategia que utilizaría para no irse.
Al ver que estaba más animado y tratando que se le borrara de la mente todo aquello, comencé  a besarle y pasar mi mano por encima del pantalón. Muy despacio sus besos se fueron haciendo más apasionados y su cuerpo reaccionando a mis caricias.
-Te voy a dar un masaje.
Hice que se desnudara, mientras sacaba del bolso un bote de aceite de coco, se tumbo en la cama bocabajo. Me coloque a su lado de rodillas,  eche aceite en mis manos que comenzaron a masajear sus hombros, de forma suave  pero firme no deje parte de su espalda sin que pasaran mis manos.  El cuerpo poco a poco fue perdiendo la tensión acumulada.


Le mande que se diera la vuelta, me desnude mientras clavaba sus ojos en mi cuerpo, su erección era evidente. Eche aceite directamente en su pecho, lo extendí mientras le miraba a los ojos. Cuando su cuerpo estuvo embadurnado por completo, pase mis pechos por el suyo, baje a su tripa para subir muy despacio hasta su cuello, hizo intento de chupar mis pechos, bajaba rozando mis pezones con su piel, su excitación cada vez era mayor, era el momento.
Separe sus piernas y me metí entre ellas,  apreté mis pechos contra su  entrepierna, su dureza en ellos me obligo a cerrar los ojos. El solo suspiraba y gemía, las veces que me intento tocar no le deje. Aquel era mi juego.
Cogí el aceite y derrame un buen chorro en  su miembro, pase mis manos muy despacio por él,  primero una detrás de otra, luego las dos a la vez, una sola mientras la otra jugaba con su escroto, acelere el ritmo, buscando el premio deseado.   Nunca había visto esa reacción de un cuerpo mientras derramo su néctar.©Fer

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