lunes, 17 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XX PARTE.


El juego de la tarde anterior me encanto,  estar sometida a su voluntad me provoco nuevas sensaciones,  aquel hombre sabia sacar de una mujer todos sus más bajos instintos.
Se acercaban las Navidades y tenía que hacer las compras, las calles estaban repletas de gente y casi no se podía andar.  Aunque tenía que hacer una gran cantidad  de ellas lo tenía todo visto, creo que en un par de días lo tendría todo listo. Necesitaba dejar tiempo libre para mi amante.


Antes no me daba cuenta, pero ahora me percataba de todo, como cuando iba por la calle me miraban los hombres, el dependiente de la tienda de móviles no podía quitar los ojos de mi escote, como no dejaba de mirar mis piernas cruzadas aquel jovencito mientras tomaba café, esas miradas me encendían y hasta me dedicaba a provocar, tenia una seguridad en mi que no había conocido nunca.
Me llamo Gonzalo para quedar, me recogía en su coche.
Nada más subir a su coche me beso apasionadamente y su mano acaricio mi muslo, solo con aquel beso y esa caricia me encendió.  Mientras conducía  hablábamos y su mano no dejaba de acariciar mis piernas. En un momento dado me pidió que me quitara las bragas, sin rechistar subí mi falda y  las saque muy despacio, no pude reprimir el pasar mi mano por mi entrepierna.


Acople mi cuerpo para ofrecerme, sus dedos comenzaron de inmediato a jugar con mi sexo,  me arranco varios gemidos con sus caricias, me aferre a los reposa brazos y me abandone para disfrutar. Unas de las veces que entreabrí los ojos, me di cuenta que el conductor de una furgoneta que teníamos al lado me estaba mirando, lleve una de mis manos a mis pechos y comencé a tocarlos, aquello me excito de sobremanera y mientras tenia un orgasmo, clave mis ojos en los suyos.
Comencé a tocar su dureza por encima del pantalón, sentir en mi mano como era capaz de poner aquel hombre me producía un morbo incontrolable. Desabroche el cinturón, el botón y baje la cremallera muy despacio, mis dedos entraron y liberaron al prisionero de su cárcel. Cogí la postura mas cómoda para poder llevarle a mi boca, me gusta jugar con ella,  darle el máximo placer.


No sabia donde íbamos, ni me importaba, solo quería disfrutar. Al rato note que el coche frenaba y comencé a notar unos baches, me incorpore, era un camino rodeado de chaparros. Salimos del camino y aparco al lado de una gran encina con una mesa de esas de excursionistas al lado. Creo que era el Pardo. Nos pasamos al asiento trasero y seguimos besándonos y acariciándonos.  Mi boca se ocupaba de él,  mientras sus dedos me penetraban.  En esto me dijo:
-Mira.
Levante la cabeza y descubrí un hombre pegado a la ventanilla, aquello me sobresalto y me tape.
-Tranquila no pasa nada, que mire.
Metió su mano entre mis muslos y comenzó a tocarme otra vez, le vi muy seguro y me sentí protegida, decidí seguir con el juego. Atrape su miembro en mi mano y comencé a masajearle, seguida fue mi boca a buscarle. Intentaba que todas mis posturas  le dejaran buena visión a nuestro nuevo amigo.


En uno de los cambios de postura, vi que había otro hombre en la otra ventanilla. Me senté encima de mi amante, necesitaba que  nuestro cuerpo fuera solo uno, sentir como entraba en mi, como me hacia suya. Ver a esos hombres como se masturbaban por mi, mientras me poseía Gonzalo me llevo a una cascada de orgasmos encadenados. El culmen llego al ver como dejaban el rastro de su placer en los cristales, como me hubiera gustado que lo hicieran en mi cuerpo y mi amante lo hacia en lo mas profundo  de mi ser. ©Fer

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