sábado, 15 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XIX PARTE.


Los encuentros cada vez me producían más morbo, cuando creía que había alcanzado el límite estaba el siguiente que me descubría uno nuevo. Alguna vez me preguntaba cómo podía haber estado fuera de aquel mundo, ese mundo donde todo se hace para buscar el mayor placer, tanto propio como ajeno.
Un día  nada más entrar en la habitación me vendo los ojos con un pañuelo. Me ayudo para llegar a la habitación y que no tropezara, en silencio, solo con sus manos en mis codos.
 Estuve unos segundos que no pasaba nada, se había retirado de mi lado, no sabía lo que estaba preparando, sentí como se acerco, podía oír su respiración, su boca tomo la mía de forma brusca.  Mordía los labios, su lengua los lamia de forma obscena,  sin esperarlo abrió mi blusa de un tirón, arranco todos los botones y de forma brusca tiro de ella hacia abajo quitándome la de un solo movimiento.


Me llevo a otro lado de la habitación, creo que pegada a la cama.  Quito mi sujetador y cogió mis pechos desde abajo, lo tenía agarrados con fuerza. Soltó uno y de repente sentí una palmada en el otro, dio con fuerza en todo el pezón erecto, solté una exclamación de dolor y sorpresa, acto seguido lo hizo con el contrario.  Sabía que el dolor no me gustaba, pero aquello no me lo estaba causando y si una excitación tremenda.
Desabrocho y saco mi falda, rompió el fino hilo del tanga y puso su mano en mi húmedo sexo. Sus dedos entraron en mí de forma brusca, como todo lo que  estaba pasando aquella tarde, pero aquello solo me estaba produciendo mas placer, saco los dedos y los introdujo en mi boca, los lamí y chupe hasta dejarlos limpios.


Me echo en la cama, estiro uno de mis brazos y lo ató por la muñeca, lo mismo hizo con el otro y con ambas piernas, quede como el Hombre de Vitruvio, a su entera disposición.
Comenzó acariciando los pezones con su lengua,  después a chuparlos y por último a morderlos, la sensibilidad  que tengo en ellos casi me lleva al orgasmo. Acariciándome con ambas manos recorrió mi cuerpo,  mis suspiros iban en aumento, se cambio de posición, estaba entre mis piernas.
Uno de sus dedos empezó a acariciar la suavidad del monte de Venus, bajaba a media ingle y volvía a subir, aquello me hacia palpitar, paso a golpearme suavemente con dos dedos, poco a poco  fue aumentando la fuerza sin llegar al dolor. Me penetro con un dedo, luego con dos y por último con tres, como el tren de vapor que sale de la estación fue cogiendo ritmo, yo solo podía jadear y gritar mientras recibía tanto placer, justo en ese momento antes de llegar al orgasmo saco los dedos y cesaron sus caricias. De mi boca salieron todo tipo de insultos, palabra que jamás he utilizado, me acababa de dejar con la miel en los labios y mi cuerpo tenía una sensación y tensión que no conocía.


El no se movía, no decía nada y mi cuerpo se fue tranquilizando con aquella sensación extraña. Sus manos se posaron en la parte interna de mis muslos separándoles un poco, su lengua se ocupo de mí, subía y bajaba, rebuscaba por cada pliegue, se movía despacio, si ninguna prisa. Mi cuerpo se volvía a tensar de inmediato.  Me retorcí, cuando entro en mi con su lengua, mi orgasmo llegaría pronto la excitación era demasiada. Explote mientras su boca estaba en mí sexo y no dejaba de mover su lengua.
No me desató en toda la tarde, solo se dedico a darme placer  con sus dedos y boca, no soy capaz de saber las veces que alcance el orgasmo, pero le suplique miles de veces que lo dejara, pero cada orgasmo era más intenso que el anterior. ©Fer

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