domingo, 18 de diciembre de 2011

ESMERALDA. II PARTE.

 Se abrió lo puerta del ascensor y apareció ella, no podía ser, el cambio era total, de ser una mujer atractiva pero de lo mas normal paso a ser una diva toda llena de glamour.  Paso por el hall  mientras todas las miradas, tanto masculinas como femeninas, se clavaban en ella. Cogió un taxi en la puerta y desapareció en la jungla del trafico.
Paro el coche a la puerta de una mansión  a las afueras, no hizo falta que llamara al timbre,  pocos metros antes de llegar la puerta se abrió.  Una mujer alta y rubia  la recibió a la entrada saludándola de forma muy afectiva e invitándola a pasar.
La casa estaba decorada con todo lujo denotando un alto nivel social., en el salón principal se encontraba de pie al lado de la chimenea un hombre  apuesto de mediana edad, nada mas verlas se acerco presto a saludar a la recién llegada. La ofreció una copa y se sentaron en los amplios sillones, cada uno en uno formando un triángulo atrayente.



Pasado largo rato entro una doncella que anuncio que la cena estaba lista, de forma casi religioso la procesión se dirigió al comedor. En una amplia mesa cada uno de los anfitriones ocupo las cabeceras dejándola a ella el centro. La cena transcurrió con una amena charla sobre diversos temas. Después de los postres y estando ya solos en el comedor la mujer se levanto y se acerco a su pareja y la beso profundamente, se acerco a ella la separo el pelo del cuello y se aproximo hasta rozar con sus labios la piel.
Pasaron a un saloncito mas pequeño al lado del comedor donde ya estaba servido el café, en esta ocasión se sentaron ambas mujeres juntas y el hombre enfrente de ellas. El ambiente ahora era totalmente distinto, se respiraba cierto aire de complicidad. En las miradas que se cruzaban se veía cierto brillo en  los ojos.
Esmeralda o mas bien Mrs. Anne giro la cabeza por algo que había dicho la mujer, su ojos se clavaron en los de ella y sin desviar la mirada sus cabezas se fueron acercando hasta que se juntaros los labios, Se dieron un beso dulce y profundo que las hizo estremecer a las 2. Después de este vinieron mas, abrazadas y con toda delicadeza fueron besándose. El mientras tanto sentado contemplaba la escena con una media sonrisa en la cara.



Mrs. Anne se puso de pie y empezó a dar ordenes, le mando a el venir a gatas hasta estar a sus pies y besarloS, a la mujer la dejo una mano para que le chupara los dedos, los dos a las vez la comenzaron a llamar ama. Después de un rato jugando decidieron cambiar de escenario, se dirigieron a una cuarto en la buhardilla que siempre estaba cerrado con llave. Tras aquella puerta se encontraba una mazmorra en toda regla.
4 horas después salieron los 3 con una cara de cansancio-satisfacción,  llamaron a un taxi y Mrs. Anne se despidió de ambos afectuosamente.

lunes, 31 de octubre de 2011

ESMERALDA. I PARTE.

Caminaba siempre recta y con esa cadencia que la daba un aire especial. Su paseo era siempre seguido por mil miradas atentas a cada movimiento. Su elegancia era natural, manaba en ella sin necesidad de forzarla.

Esmeralda, que así se llamaba, era hija de un acomodado comerciante. Morena, esbelta, con las curvas justas, siempre con esa sonrisa en la cara, la piel blanca, los ojos negros y esa naricilla respingona. No se le conocía novio formal aunque pretendientes no le faltaban, siempre había varios jóvenes mariposeando por la puerta de su casa.

Su vida era de lo más sencilla y normal, solo se le veía cuando iba a misa y para hacer compras. No se le veía en fiestas, cafés, romerías o demás acontecimientos sociales. El único exceso que hacía era presidir una mesa el día de la banderita.

Durante 15 días al año se iba a un balneario de la provincia de Santander a tomar unas aguas que decían que eran muy buenas para el reúma. Sin la compañía de su madre partía en el autobús cada 10 de Julio, con cara de apenada y compungida se despedía por la ventanilla de su familia. Tenía que ir hasta Madrid para coger el tren. En aquel trayecto la cara le iba cambiando y se iba transformando en una media sonrisa picarona.

A su llegada a la capital cogía un taxi y se dirigía a un hotel de la Calle Velázquez. ¿Que había cambiado? ¿Y su viaje a Santander?

Al entrar el recepcionista la saludaba como a una clienta que se conoce de hace tiempo, le dio la llave de una habitación y llamo al botones para que se encargara del equipaje, mientras le decía: Buena estancia Mrs. Anne. Mientras se dirigía al ascensor aquella mujer parecía otra, sus aires habían cambiado y ya no era la mujer normal de hace 2 horas.

miércoles, 5 de octubre de 2011

DIA FABULOSO.

Una mañana de Primavera cuando los cerdos volaban de flor en flor y las mariposas comían bellotas, andaba yo por la calle desnudo con las manos en los bolsillos, de repente una ráfaga de calma me acerco una hoja de periódico sin letras que ponía: “Un bebe de 80 años congelado en un incendio”. Al oír esa noticia, salí corriendo, llegue a mi casa, encendí la puerta, abrí la luz, acosté a la ropa y me colgué en el armario, de repente escuche una voz que decía: “Hombre de poca vergüenza, asómate a la ventana y dame un poquito de sed, que vengo muerto de agua”

Anónimo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

VACACIONES

Ahora que estoy de vacaciones me viene al recuerdo aquellas de mi adolescencia. Aquellas en las que empiezas a descubrir nuevas sensaciones.

Solía pasarlas en el pueblo de mis abuelos, pueblo castellano, que mas que pueblo es aldea. Pequeño y curioso se encuentra en la falda de la sierra, por lo que le da un carácter especial. Conoces a todo el mundo y casi estas emparentado con la mayoría.


En los veranos nos reuníamos todos, que durante el año no te veías, porque aun estando casi todos en Madrid, parecía que la relación solo la mantenías allí.

Las chicas apuntando ya ser mujeres y nosotros barbilampiños, unos y otros pavoneando, intentando que se fijara en ti aquella mujercita que habías visto crecer y que te atraía desde niña y ellas dejándose admirar sus curvas incipientes.

Juegos de pubertad, hormonas alteradas y acné prominente. El día transcurría de lo más normal jugando al frontón, escuchando música en el salón del ayuntamiento, donde teníamos una especie de discoteca, vagueando de sombra en sombra.
Ya al atardecer es cuando se desplegaban las pocas armas que teníamos y conocíamos de la seducción. Los grupitos de chicos y chicas se iban uniendo y aquí comenzaba el tonteo, ese que por un lado es tierno y dulce, pasando a tener ciertas brusquedades para que los demás no se rieran de ti.
Después de cenar era el gran momento, bien peinado y perfumado salías a comerte el mundo, un mundo que en tu imaginación era inmenso y se encontraba a tus pies. Ellas según te vieran caerían rendidas y tú con aires de chulito las mirarías con cierto desprecio. Iluso de ti por no conocer a las mujeres y lo que realmente piensan. Eso por mucho que lo intentes tampoco lo sabrás con los años, pero te acercas más a saberlo.

Luces de colores, la bola de espejo girando, el tocadiscos dejando oír su música con aquel sonido característico del vinilo. Se comenzaba con música para bailar suelto e ir perdiendo esa timidez.
Tú mientras tanto no lo quitabas los ojos de encima a esa chica, aquella que te tenía el seso adsorbido y ella cruzaba la mirada contigo, con un sí pero no que te tenía desconcertado.

La música cambiaba y tocaba el lento. Aquello es lo que estábamos esperando todos, la buscabas con la mirada y te hacías un poco el distraído, no sabias bien si era para darte importancia o porque te daba corte. Te armabas de valor e ibas a por ella de frente, sin titubeos pero con la piel de gallina y con una cosa en el estomago que no comprendías. Le pedías bailar, con aquella cosa de que te dijera que no.

Ponías tus manos en su cintura, rozabas su cuerpo con tus manos con aquella timidez, poco a poco cogías confianza y tus manos se aferraban más a ella. Las sensaciones en tu cuerpo cambiaban, no sabias lo que te pasaba, tu mente funcionaba a toda velocidad y prácticamente no sabias lo que estabas haciendo, podías estar bailando o haciendo una tabla de gimnasia. En ese preciso instante paraba la música y tenías que dejar de rozar su cuerpo. Te separabas y cada uno volvía a su rincón, como si de dos púgiles de boxeo se tratara. Dejabas pasar un par de canciones que bailabas con otras, para que no cotilleara nadie.

Volvías a la carga, ya estabas decidido, aquel era el momento de intentar robarle un beso, sentir tus labios como rozarían los tuyos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

ILUSIONES

Caminaba despacio por el Retiro una mañana de primavera. La naturaleza se encontraba  trabajando frenéticamente para hacer sus deberes. No era la única que estaba atareada, sentados en un banco se encontraba un pareja de chavales, no mas de 18 años.

Se encontraban  como palomos, el galleando  y dándose la importancia que el momento requería ante  su Zurita con cara angelical dejándose querer. Carantoñas, arrumacos, caricias, miradas cómplices, besos furtivos…….. Aquel sentimiento que solo se tiene con aquella edad.

Desde la distancia lo contemple un rato, me vino a la memoria lo que siente uno con aquellos años, las ilusiones y proyectos de vida que tienes, las expectativas que te creas y con el transcurso de la vida ves que pocas se van cumpliendo.


El paso de los años te quita el velo de los ojos y vas descubriendo la realidad de la vida. Como tienes que luchar cada día para ir consiguiendo la pocas metas que te vas marcando.  Aquellas quimeras que tenías  ves como se van quedando atrás y que tú camino sigue por otros rumbos que  no tenías marcados.

Ahora que ya le falta a uno el pelo y que no tiene la fuerza de la juventud mira las cosas de diferente modo, los propósitos te los marcas a corto plazo y sin tanta ambición como antes.  Vas como las hormiguitas, poco a poco, haciendo el castillito granito a granito.
Querías una mansión y te conformas con un pisito, querías un Ferrari y te conformas con un utilitario, querías una empresa y  que no te quiten tu puesto de mileurista,  querías la Luna y tienes que pagar la luz………………………….y al final recurres al consuelo del pobre,  pero tenemos salud.

Ilusiones de juventud, realidades de madurez,  donde comienzan unas y terminan otras.

Los mire, sonreí y continúe con mi paseo matinal.

lunes, 22 de agosto de 2011

ELLA

Se escucharon los tacones detrás de la puerta, esas pisadas firmes y seguras de si misma.
Giro el pomo y la puerta se abrió despacio, tardo una eternidad. Detrás de la puerta como escondida apareció su cara, unos ojos llenos de vida que hablaban por si solos.

Nos saludamos con dos besos, por fin pude sentir su piel, oler su perfume, sentir su presencia, después de tanto tiempo aquello se hizo realidad.  Desde el primer momento la charla fue  fluida, amena, como si nos conociéramos de toda la vida. No había tensión en el ambiente. No servimos una copa y seguimos charlando.

Sus  pies calzados por  sandalias de tacón, piernas esbeltas y bien torneadas, cuerpo con las curvas necesarias en su sitio, manos estilizadas, maquillada lo justo para resaltar sus facciones y ese pelo azabache. El conjunto era el de una mujer muy atractiva y atrayente.



Entre ponernos al día y bromas  se había pasado ya casi 2 horas. Apuramos las copas y salimos a dar una vuelta. Paseamos por  aquel parque,  debido al suelo de adoquines a ella la costaba andar por los tacones, aproveche el momento para coger su brazo y ayudarla.  Cuando sentí su piel en mis dedos, fue como recibir una descarga  eléctrica que me recorrió todo el cuerpo. Aquella descarga me dio la fuerza suficiente para mirarla a los ojos y decirla: Sabes que te voy a besar.

Desde aquel momento comenzó un juego divertido, interesante, morboso. Ninguno de los dos sabía cual seria el momento elegido. Seguimos el paseo y la charla, la noche estaba para ello, tranquila, serena y esa luna ocultándose en el horizonte.

Tomamos algo tranquilamente en una terraza, las miradas se cruzaban,  el juego de estrategia  tenia a los dos en tensión, ella  lo estaba esperando en cualquier momento, yo  retrasaba el momento para sorpréndela.

De camino hacia el hotel llego el momento. En una de esas paradas, que se hacen cuando vas hablando, que estaba mas cerca que otras veces, la agarre por la cintura, acerque mi boca y roces mis labios con los suyos, sentí en mis manos como su cuerpo se estremecía, la mire a los ojos, seguimos caminando y charlando.

En el ascensor nuestra pasión se desato, nuestras bocas se unieron, las lenguas se entrelazaron, nuestros cuerpos se juntaron formando solo uno, sentía el calor de su pecho contra el mío. Se abrió la puerta del ascensor, salimos entre juegos, llegamos a la puerta, que nos costo abrir y entramos  lo dos sabedores de lo que pasaría.


martes, 19 de julio de 2011

EL CIELO.

El cielo esta tarde estaba precioso, recordaba a esas escenas de películas bíblicas.
Nubes negras bajas, que son de lo mas amenazadoras, como si fuesen lo mas recóndito de los infiernos. Por encima de ellas esas nubes blancas llenas de pureza como el algodón, que te dan tranquilidad, paz, como si fueran las puertas del cielo. Remata el conjunto los rayos de sol, que se abren camino entre ellas y parecen puñales de oro que se clavan en la tierra. He parado en un camino al lado de la carretera, me he bajado para poder contemplar tranquilamente tal belleza.


Ante ese espectáculo, no se puede decir nada, solo mirar y callar. Ves como va cambiando poco a poco el aspecto y los sentimientos. Esa negrura, que te lleva a tus sentimientos mas tristes, en unos segundos pasas de esa claridad la cual te lleva a esa alegría de animo, a sacar fuera de ti lo mejor que llevas dentro.
Hay momentos que te da la sensación de ver los mejores frescos de la capilla Sixtina, si entrecierras un poco los ojos puedes ver como Dios extiende su dedo.
Despacio y sin darte cuenta todo va desapareciendo, se mezcla el mal y el bien, lo blanco y lo negro, me subo al coche y sigo mi camino.

lunes, 13 de junio de 2011

EL MAESTRO

Estaba allí como siempre, de pie, con sus pantalones de tergal de color indefinido, camisa blanca, chaleco de punto, la americana descolorida por el paso del tiempo, la boina bien calada, cachaba colgada del brazo, el cigarro irregular en la comisura de los labios y la mirada al frente, perdida al infinito, queriendo mirar los recuerdos. Estaba ciego.
Aquel hombre de campo, de los de toda la vida, que se había deslomado trabajando la tierra y cuidando ganado, castigado por la vida, como castigaba antes en los pueblos, esos pueblos de castilla. Desde joven se busco la vida, marcado por la guerra y después casi peor por la posguerra. La cara llena de arrugas, esas  profundas que reflejaban todas sus vivencias.
Salía a la puerta de su casa y se quedaba al lado, de pie, pegado al poyo en el cual raramente su sentaba. Su casa estaba en el centro del pueblo, en la calle principal, con lo cual el paso de gente era frecuente. A su paso le saludaban y el respondía amablemente, buscando con esa mirada perdida y un poco desconcertada.


Yo en aquella época era un chaval, tendría 12 o 13 años, pasaba allí los veranos disfrutando de la libertad de estar en el pueblo, esa libertad de poder estar todo el día en la calle, en el campo, montando en bicicleta, jugando al frontón o haciendo alguna gamberrada propia de la edad. Tres meses allí, así pasaba que cuando regresabas a Madrid volvías hecho una "caballería".
Le veía a diario, mi casa estaba enfrente de la suya, según salía lo primero que hacia era saludarle, a el se le ponía una media sonrisilla en la cara. Salía corriendo a  buscar a la panda y a ver que nos deparaba el día. Otras veces me acercaba el y charlábamos, me encantaba el escucharle, te contaba mil y una historia, unas serian verdad, otras exageradas y alguna serian inventadas, pero eso si, sabia como mantener tu atención. Aquellas historias  de su boca eran otra cosa, muchas veces te parecía que las vivías. Te contaba historias de su vida, de como se las tubo que apañar para pasar menos hambre, de las labores del campo y sobre todo de su gran afición, la caza. Yo siempre he dicho que ha sido uno de mis maestros cinegéticos.

 Oírle  como iba de espera,  las querencias de los animales,  como se hacia la munición, dado que en aquellos años no había mucha pólvora,  como fundía plomo para hacer los perdigones,  como cuando no tenia plomo metía guijarrillos para que hicieran de proyectiles, como alguna vez se tuvo que esconderse de los civiles, aquel cartucho que casi le revienta la escopeta o aquel otro que casi sin hacer ruido mato la pieza. Y allí me tenías a mí, embobado escuchándole sin decir ni media palabra, dejando correr mi imaginación, casi me imaginaba al lado suyo cuando le habían pasado aquellas cosas.
Así pasábamos el rato, que a mi me parecían minutos y alguna veces eran horas. Solían acabar cuando mi abuela, que de ella ya contare, salía a la puerta y levantado un poco la voz me decía: Fernando a comer.

jueves, 2 de junio de 2011

LAS CANAS


Cuando las canas van tiñendo las sienes de blanco, a la vez que te dan más seguridad de ti mismo, también te crean muchas dudas. Ves imagines de tu vida, como si fueran una película vieja que va a saltos, de esos momentos que se te han quedado impresos en el subconsciente, imágenes que qué muchas veces no sabes por que las tienes en el recuerdo.
Analizas esas imágenes, unas son meros recuerdos de infancia, que no tienen ninguna trascendencia, otros momentos bonitos que has tenido y algunos momentos duros, que esos si te han marcado.


Te planteas si alguna de tus decisiones han sido las correctas, imaginas lo que habría pasado de haber elegido el otro camino, por que dijiste blanco cuando querías decir negro, por que compraste en vez de vender, por que hablaste y no callaste. Ves que muchas veces te equivocaste y alguna has acertado.
Entonces es cuando sale tu madurez y tu seguridad en ti, asumes tus errores y hasta tratas de justificar alguno, pero bien sabes que no puedes, que solo es una pequeña venda que te pones para tapar un poco la herida. Los aciertos, los dejas pasar, por que lo das como una cosa normal y muchas veces no tenia que ser así y te tenias que colgar alguna medallita, aunque fuera de chocolate.


Lo importante es que cuando acabes de analizar todo estés tranquilo contigo mismo, que tengas la conciencia tranquila, de que sean buenas o malas las decisiones que hayas tomado en cada momento las has hecho de corazón y sin querer herir a nadie.


Gracias Rosa.

martes, 31 de mayo de 2011

ATAULFO COMPOSTIZA CALACERA. (cuarta parte)

 Sentado delante del féretro de su hermana recordaba cada momento que habían vivido juntos. Aquellos días de niñez tan felices. La boda  con Antonio en la que el fue el padrino. Su fuga de casa y como cambio su vida. El día de su primera comunión. Aquellos juegos en el poblado con los chicos de los empleados. La complicidad que tenían entre ambos, que no les hacia falta hablar para saber lo que pensaban cada uno.

Se preguntaba por que. Por que tenia que ser ella, una mujer joven y llena de vida. Por que Dios no había querido darle hijos. Por que, años antes murió Antonio de una tuberculosis. Por que,  toda su vida había sido una lucha contra todo. Por que, el se empeño que hiciera ese viaje.

El se sentía culpable  de su muerte. Le insistió en que viajara con el. Aquel viaje de diversión se había convertido en una pesadilla. Por que fueron en coche y no en tren como decía ella.

Nada mas acabar el entierro, salio dirección a la finca. Cuando llego se fue a los prados por donde correteaban juntos, aquel recodo del riachuelo donde cientos de veces jugaban, el pino donde grabaron sus nombres. Se quedo a cierta distancia del poblado, desde allí vino a sus pensamientos como corrían entre las callejuelas, cerro los ojos y puedo verse a ellos allí.

Subió las ecaleras despacio, como si pensara cada paso que echaba, llego al pasillo de las habitaciones. Con delicadeza tomo el pomo de la puerta, lo fue girando muy despacio y al final se abrió. Allí ante el estaba la habitación de su hermana, no había cambiado nada desde que ella se fue. Olía a ella.  Le parecía verla sentada delante de su escritorio dibujando. Tirada en el suelo jugando en su casa de muñecas. Delante del espejo peinando su cabellera azabache.

Allí en su descalzadora estaba ella, esa muñeca que era su preferida, nunca supo por que  era su preferida, tenia otras mejores y mas bonitas, pero ella quería aquella.

Cogio la muñeca, salio de la habitación, cerro la puerta despacio tal y como la abrió, bajo las escaleras y salido con paso fúnebre de la casa, con la cabeza baja. Aquello que le corría por sus mejillas eran dos lagrimas.

jueves, 26 de mayo de 2011

ATAULFO COMPOSTIZA CALAVERA. (tercera parte)

Estaba en el 3º de carrera, llevaba la típica vida de estudiante con recursos en Madrid. Estudiante brillante desde niño, le quedaba mucho tiempo libre para dedicarse a los placeres de la juventud. Gran conocedor de las mujeres tenía facilidad para los amoríos.


Su hermana Gume vivía con sus padres, a la espera de encontrar marido, pero ella tenia otras ideas. Enamorada desde niña de Antonio, el del poblado, tenía un enfrentamiento continuo con su familia. Le prohibieron que fuera a la finca y que tuviera cualquier contacto con el. Pero de mil formas diferentes ellos seguían manteniendo su amor.
Le avisaron de su casa, su hermana se había fugado. Salio de inmediato. Cuando llego hablo con sus padres, la cosa pintaba mal para su hermana, su padre había tomado la decisión de no saber nada más de ella. Tulfi, que estaba muy unido a su hermana, sabia perfectamente donde podría estar la pareja de enamorados.


Llamo, nadie respondía, se oyeron pasos y se entreabrió la puerta y por la rendija se vio el ojo de Antonio. Nada mas comprobar que era Tulfi, abrió y sin decir nada se miraron fijamente, se dieron un abrazo y pregunto por su hermana.
Después de hablar mucho rato llego a la conclusión de que su hermana había tomado una decisión firme, no volvería.
En su familia no se volvió a nombrar a Gume, parecía como se no hubiera existido nunca. Tulfi seguía manteniendo contacto con ellos y los veía muy a menudo. Su hermana era su ojito derecho.


Murió primero su padre y a los pocos meses su madre de amor. Tulfi heredo todos los bienes de la familia, ya que según su padre, era el único hijo. Desde ese momento intento ayudar a su hermana en todo lo posible. Ella había cambiado su vida, estaba feliz, no necesitaba nada. Le daba dinero que ella aceptaba a regañadientes e intentaba que su vida fuera mejor y no le faltara de nada. Era su hermanita, esa niña que tenia metida muy dentro de su corazón.

sábado, 21 de mayo de 2011

ATAULFO COMPOSTIZO CALAVERA. (segunda parte)

Ya es sabido que en las familias acomodadas, la utilización de diminutivos, sobrenombres, apodos. Ataulfo no podía ser menos: Tulfi, que así le empezó a llamar su abuela.
Era un niño vivaz, alegre, listo, travieso, sin dejar de pensar en mil y una cosa. Delgaducho y poca cosa, tenia el nervio que le hacia ser un polvorilla.



Tulfi corría hacia la casa acompañado de su hermana pequeña Gume ( Gumersinda ). Era principio de verano, ese castellano que mezcla días calurosos y frescos. Días que no puedes estar al sol de mediodía, pero al atardecer necesitas una chaqueta. Llevaban los dos un cierto gesto de preocupación en la cara. Era ya lo hora de comer y se habían entretenido demasiado en jugar en el arroyo que discurría cerca de la casa.
Su padre, moreno , alto y espigado, de semblante incierto, pero en el fondo bonachón, le gustaba respetar los horario. Su madre, estilizada, pero con sugerentes curvas, cariñosa y dulce, pendiente siempre de la familia y de la casa.

Entraron los dos corriendo con la sofoquina propia de la carrera y del calor. Sin decir nada, fueron al cuarto de baño, tenían que lavarse las manos antes de sentarse a la mesa. Cogió la jarra, Gume el jabón. Echo agua en la palangana y como si quemara la pastilla su hermana se la paso. Compartieron la toalla, para tardar menos y se dirigieron al comedor como el rayo. Su madre ya estaba sentada a la mesa y su padre miraba por la ventana con la mirada perdida, giraron la cabeza ambos cuando les sintieron entrar en la habitación. Tulfi y Gume, no sabían donde mirar, su padre solo carraspeo y se dirigió a su silla.


En mitad de un amplio claro y rodeada de altos pinos, se encontraba la casona solariega en prefecto estado, estaba situada en una finca no muy lejos de la capital de provincia. Contaba con 6 bandoleras que guardaban las tierras y la caza, así como con 20 familias para hacer las tareas del campo. Vivían en unas casa que estaban juntas a las cuales llamaban "El poblado".

Tulfi y su hermana solían ir a jugar con los niños de los empleados. Eran los únicos en muchos kilómetros a la redonda. Se sentían bien entre ellos, aunque en su niñez no apreciaran la gran diferencia social. Disfrutaban de jugar con ellos, corrían, saltaban, reían, regañaban e incluso alguna peleilla había. El siempre mantuvo una relación especial con María, hija pequeña de uno de los encargados. Su hermana estaba unida de una forma especial con Antonio, el mayor de uno de los pastores....(continuará...)

jueves, 19 de mayo de 2011

LASAGNA DE CALLOS A LA MADRILEÑA.

Un día de inspiración dentro de la cocina dio como resultado, semejante receta.



Ingredientes:
- Pasta
- Callos.
- Mozzarella.
- Queso rallado.
- Harina.
- Leche.
- Cebolla.
-Mantequilla.
- Aceite.
- Sal.

  Tratamos la pasta como nos indique el fabricante.  Ponemos en una cacerola un chorro de aceite, cortamos la cebolla en trozos muy pequeños y ponemos a pochar. Salamos para ayudar a la cebolla a sudar.
Cuando tengamos pochada la cebolla, apartamos la sartén del fuego, añadimos la harina y  rehogamos. Volvemos a poner la sartén al fuego y  vamos echando la leche poco a poco sin dejar de remover.


Tener en cuenta que la bechamel tiene que quedar espesita, pero suave. En otro cazuela habremos calentado los callos, teniendo en cuenta que no tienen que ser los trozos muy grandes. Echamos parte de la bechamel a los callos para formar la masa, el resto la reservamos.
Damos de mantequilla una fuente y empezamos a montar. Capa de pasta, cubrimos con  masa y encima lochas de mozzarella cortada muy fina. Así las capas que queramos. Cubrimos con la bechamel restante y le echamos el queso rallado.
Calentamos el horno 10 minutos, Horneamos 15 minutos a 200º y gratinamos 5. Doramos al gusto.

Lista para comer.

martes, 17 de mayo de 2011

D. ATAULFO COMPOSTIZO CALAVERA

Paseaba D. Ataulfo por la calle principal de su ciudad. Pequeña capital de provincia de Castilla la Vieja.
Caminaba despacio, con la cabeza alta, bien estirado, con la mirada por encima de las cabezas de los demás. Parecía abstraído de cuanto pasaba a su alrededor, pero no perdía detalle. A la mayoría de las personas que se cruzaba las saludaba educadamente, pero de forma seca y distante. También se paraba con alguno, cosa mas rara, cruzaba unas palabras y continuaba su paseo.
De edad indefinida. Utilizaba sombrero negro, traje y chaleco del mismo color , del cual colgaba siempre la cadena del reloj, camisa blanca con los cuellos almidonados, corbata negra, bastón con puño de marfil, zapatos siempre impecables, parecían de charol.


De familia importante en la provincia, vivía en un caserón que hacia esquina en la plaza central. Casa importante, blasonada y bien cuidada.
Rentista, vivía sin muchas preocupaciones. Sus ocupaciones diarias, consistían en: Dar el paseo matutino, tomar café y leer la prensa en el Casino e ir todos los días a un pequeño local de una callejuela, escondida de casi todo el mundo. Local totalmente cerrado, solo con una pequeña puerta de madera, ya marcada por el paso del tiempo. No tenia ningún cartel, ni nada que identificara. Pasaba allí la tarde, hasta casi la hora de cenar. Entraba y salía de el como con miedo, intentando que nadie pudiera descubrir su secreto.
Una mañana de Primavera D. Ataulfo falto a su paseo matutino, el rincón del Casino donde tomaba café, se quedo vacío, los periódicos perfectamente colocados encima de la mesita de mármol y nadie camino hasta el local. ¿ Donde estaba D. Ataulfo ?
Dio la voz de alarma su criada, que al ir a casa por la mañana descubrió que no estaba y que no había pasado la noche allí. Llamo a la policía directamente, ya que no tenia familia alguna. La búsqueda fue inmediata y corta, pues encaminaron los pasos directos al local. Llamaron a la puerta y no contesto nadie. Llamaron a un cerrajero para que la abriera. Paso primero el inspector a cargo del caso y solo dio dos pasos dentro del local. Se quedo sorprendido, boquiabierto, paralizado ante la visión de aquello. Sentado en un sillón e inmóvil se encontraba el cuerpo de D. Ataulfo, pero aquello era lo de menos, lo que dejo impresionado a todo el mundo era lo que contenía el local.


Aquel local era como dar un salto a un mundo imaginario, cruzar su umbral te hacia sentir como Alicia cayendo para entrar en un mundo fantástico o no era tan fantástico. El techo estaba pintado de azul cielo, de el colgaban lámparas multicolores, que le daban una luz de arco iris. El suelo de un cemento muy pulido estaba pintado de verde, como si fuese un prado. No había muebles, solo el sillón donde estaba D. Ataulfo, en medio de la sala. En las paredes colocadas en prefecto orden, una legión de muñecas, mejor dicho de muñeca. Era una, la misma muñeca. Tenias la impresión de haber entrado en un laberinto de espejos, donde se ve una imagen reflejada infinitas veces.


Era una muñeca de trapo sencilla, de las que podía tener cualquier niña en los años 50. Un par de coletas, un gorrito de tela de cuadros azules, a juego con el vestido, no llamaba la atención por nada.
¿ Que significado tenia aquella muñeca?...(Continuará...)