jueves, 27 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XXIII PARTE FINAL.


Aquellas palabras me dejaron intrigada, al principio pensé que se refería a un nuevo juego, pero ese tono me tenía desconcertada,  tenía el presentimiento de que no iban por ahí los tiros.
Ella se acerco, me acaricio la cara con dulzura y me beso apasionadamente, aquello no era de forma sexual, era de cariño, de ternura, de amor. Me entro un escalofrió por todo el cuerpo. Gonzalo cogió de la parte superior de la mascara y tiro de ella hacía arriba, era Cloe.
Las sensaciones en mi cuerpo se convirtieron en un tornado,  circulaban todas  sin poder reconocerlas, no sabia donde terminaba una y comenzaba la otra, me quede sin capacidad de reacción, quería moverme y no podía. Después de unos segundos de silencio comenzó hablar Cloe, primero me pidió perdón, luego con mucha tranquilidad me fue aclarando todo. Gonzalo era su amante y todo aquello había sido un montaje por parte de los dos.


Cloe llevaba enamorada de mi desde que empezamos a ser amigas, pero nunca se había atrevido a decir nada, fue a raíz de conocer a Gonzalo y que le enseñara el juego bisexual, cuando su obsesión por mi creció. El morbo de poseerme y darme todo tipo de placer se había convertido en una obsesión, se lo había contado a nuestro amante después de tener su primera experiencia con otra mujer, tramaron un plan para que el me sedujera y así poder cumplir su objetivo. Gonzalo le había contado cada paso de nuestra relación, cada encuentro, cada segundo que pasábamos juntos y eso a ella le excitaba.
Estaba soñando o era real, no podía salir de mi asombro, mi cabeza en esos momentos no asimilaba tanta información y de tal nivel, como me habían engañado, la táctica les había salido a la perfección. No sabia se abofetearlos, salir corriendo o seguir escuchando, Gonzalo estaba hablando pero solo oía un zumbido, estaba intentando aclararme. Me levante de un salto y  me vestí a medias a toda prisa, necesitaba salir de allí lo antes posible.
Camine como un anima del purgatorio, no llevaba rumbo, solo tenia la imagen de la cara de Cloe apareciendo de la mascara, de las sensaciones que me había provocado poco antes con sus besos y de esa declaración de amor.


Estuve unos días que no salí de casa, no me arreglaba, andaba todo el día con el pijama, solo bebía café. Mi marido me pregunto varias veces que me pasaba y yo no era capaz de responder, mis hijos se abrazaban a mí y con lágrimas en los ojos decían:
-Mama ponte bien, por favor.
Un día después de escuchar a mi marido como les explicaba a los niños que yo estaba mala y que me tenían que dar mucho cariño, decidí que aquello tenía que acabar. Me arme de valor y decidí dar carpetazo al asunto y volver a ser yo. Pero antes tenia que aclara algo con mi amiga.


No había contestado a las llamadas de ninguno de los dos, habían pasado dos semanas desde aquel encuentro, me fui a ver a Cloe a la tienda, se quedo sorprendida cuando me voy entrar y puso cara de circunstancias.  Nos saludamos con un hola seco y aprovechando que no había nadie en la tienda, le pedí pasar a la trastienda que quería hablar con ella.   Nada mas entrar y casi sin que lo esperara, me acerque  y la bese apasionadamente, de primeras se quedo sorprendida, pero casi de inmediato respondió con la misma pasión, separe mi boca y mirándole a los ojos dije:
-Te quiero. ©Fer     

EL AMANTE. XXII PARTE.


Mi mentalidad había cambiado, me había liberado de muchos mis arquetipos, ya no era aquella mujer que con una mentalidad cerrada que se atrevía a juzgar a los demás por sus comportamientos, había descubierto que la hiposecría nos rodea. Si la gente se enterara de mi historia me despellejaría, aunque en sus adentros sería algo que les encantaría hacer. Estos que más tienen que callar serian los primero en criticar, me llamarían puta.
Seguimos con los encasillamientos de una sociedad basada en el que dirán, en esconder nuestros deseos y pasiones, en seguir confundiendo amor y sexo, si he dicho amor y sexo. Las mujeres por regla general no sabemos tener sexo sin amor, nuestro lado pasional esta más desarrollado que el sexual, ¿pero esto es así o es a los que nos han educado?


Un hombre promiscuo es un machote y una mujer promiscua es una puta y nos quedamos tan anchos, pero las primeras que nos clasificamos así somos nosotras misma. Ya sé que mi condición de casada no es la mejor para hablar y que se tirarían degüello a por mí, pero esta relación de sexo que mantengo ha sido capaz de reavivar un matrimonio y a una mujer. Un matrimonio que con los pasos de los años estaba dentro de la monotonía y una mujer que ha descubierto que aunque hayan pasado los años, es totalmente activa.
Aquella tarde cuando entre en el apartamento tenía una extraña sensación. Estaba Gonzalo sentado en el sillón y delante del había alguien arrodillado, al acércame descubrí que era una mujer. Llevaba un corpiño de látex negro que solo cubría su cintura, unas medias de látex y una máscara completa que solo dejaba al descubierto su boca y sus ojos. Gonzalo me dijo que actuara como si ella no estuviera, estaba a nuestro servicio y solo haría lo que le mandara él.
Me senté al lado de Gonzalo, le mando que se levantara para poder mirarla. Tenía un cuerpo precioso, unos pechos no muy grandes pero con unos pezones duros y las aureolas remarcadas, sus piernas largas como columnas y un sexo perfectamente depilado.


Mientras me besaba me empezó acariciar mis piernas, sus besos eran profundos y calientes, su mano firme y delicada. El verme observada tan de cerca por aquella mujer me estaba excitando, jamás había pensando en tener nada con una mujer, lo mío eran los hombre.
Beso mi cuello y fue desabrochando mi blusa, saco mis pechos y los lamio, su mano ya se estaba ocupando me mi sexo y yo ya había perdido la poca vergüenza que tenia al principio. Bajo sus caricias y besos me dejo desnuda en un momento, se arrodillo delante mí, separo mis piernas y su lengua me busco, sabía perfectamente lo que me volvía loca.
Le hico una seña mientras él seguía dándome placer, ella vino hacia mí y comenzó chupar mis pechos, aquello me provoco un calambre que recorrió todo mi cuerpo, aquella lengua era deliciosa. Sus manos comenzaron acariciarme, la delicadeza de sus dedos en mi piel no la había sentido nunca, con las caricias de los dos me llevaron rápidamente al orgasmo.
Nos fuimos a la cama y los dos se volvieron a ocupar de mí, yo ya estaba rendida para cualquier cosa que viniera, más bien lo estaba deseando. Me atrevía acariciar el cuerpo de aquella mujer, la suavidad de su piel y sus reacciones por mis caricias me encantaron. Ella bajo besando todo mi cuerpo hasta llegar a mi sexo, que suavidad y delicadeza, sabía perfectamente los tiempos y lo que una mujer le gusta. El mientras me acariciaba los pecho y yo me ocupaba de darle placer con mi boca. Llegue al éxtasis en la boca de aquella mujer, que no dejo de jugar con su boca.


Me propuse devolverle aquella mujer todo el placer recibido, sin haberme recuperado del todo la bese, no podía ser, que sensaciones me provoco aquello, la tumbe en la cama y busque su sexo, nunca había hecho aquello, pero pondría todo mi empeño en ello. Me dedique aplicar todas las caricias que yo había sentido, el notar aquella calidez y en mi lengua me gusto, sentir que aquello tenía vida propia, como se fue abriendo con mis caricias, como se humedeció, como su clítoris aumento, me sentía la dueña de su placer. Sentí las manos de Gonzalo en mis caderas y como poco a poco me fue penetrando, aquello me llevo a poner más empeño en lo que estaba haciendo, el ver aquel juego de mujeres le tenía excitado y arremetía contra mí con fuerza llegando pronto al orgasmo.


Una vez que se retiro, nosotras nos colocamos dejando nuestros cuerpo en forma inversa y así poder darnos placer con nuestras bocas, el cogió una posición privilegiada para observarnos. No lo podía entender, pero todo lo que estaba haciendo con esa mujer, me estaba descubriendo otro pliegue más de mi lujuria. Como me encanto sentir su orgasmo en mi boca y notar como vibraba, sin poder aguantar aquellas sensaciones nuevas y mientras ella estaba llegando al final de su orgasmo, llego el mío.
Después de tanto placer nos abrazamos las dos, nos besábamos dulcemente mientras nos acariciábamos suavemente. Gonzalo seguía mirándonos y de repente dijo:
-Aquí no acaba la sorpresa. ©Fer

miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XXI PARTE.


Durante las fiestas de Navidad tuvimos que dejar de vernos, los niños estaban en casa y tenia que dedicarme a ellos. Hicimos las cosas típicas de estas fechas, salimos de compras, bajamos a la Plaza Mayor, fuimos al cine, estuvimos en el Circo…. Y con estas cosas fueran pasando los días.


Este  paréntesis  me vino bien, tenia que centrarme un poco en mi familia, no es que los tuviese abandonados,  aprovechaba  que estaban trabajando y en clase para mis aventuras, pero también me apetecía el pasar mas tiempo con ellos. Los días señalados venia la familia a cenar y comer a nuestra casa, entre unos y otros nos juntábamos cerca de 20.
Me había convertido en una adicta al sexo, estaba excitada la mayoría del día, por la noches provocaba a mi marido hasta conseguir que me hiciera el amor y si no lo conseguía por algún motivo me despertaba con sudores y una sensación rara en todo el cuerpo. Más de una noche que me despertaba así, sin levantarme de la cama, bajaba la mano hasta mi sexo y me masturbaba hasta quedar saciada.
Dos días antes de Reyes y con la escusa de comprar los regalos para los niños, me pude escapar y quedar con Gonzalo. Necesitaba sexo, el que él me daba.


Apareció  con un maletín  de cuero,  me  abrazo y beso con gran pasión, su manos  se aferraron a mi culo  mientras su boca recorría mi cuello, bajo por mi escote y lamió mi escote. Mi cuerpo estaba completamente revolucionado, aquello es lo que necesitaba. Fue  tirando poco a poco de la falda hacia arriba hasta que sus manos se posaron sobre mi piel, recorrían toda la amplitud de mis posaderas, apretaba y acariciaba, metió sus dedos por debajo de mi tanga hasta que llego a mí, rugí de placer y arquee mi cuerpo para ofrecerme mejor y sentir más sus caricias. Al oído me dijo que lo del maletín era todo para mí.
Me fue desnudando con delicadeza mientras acariciaba y besaba mi piel, abrió el maletín y volcó su contenido, eran todo tipo de juguetes sexuales que pretendía utilizar conmigo.  Había  un par de consoladores de diferente tamaño, un huevo vibrador, bolas chinas, un vibrador doble y algún chisme mas que no sabía lo que era ni para que servía.
Tumbada en la cama y a su entera disposición comenzó su juego, paso muy despacio por mis pezones el huevo, al sentir su vibración reaccionaron de inmediato endureciéndose, bajo por mi cuerpo  hasta que llego a mi pubis, el sentir aquella vibración acelero mi respiración, su movimiento era circular estimulando directamente, cogió un consolador en la otra mano y comenzó a pasarlo de arriba-abajo. Cerré los ojos y me dedique únicamente a sentir todo el placer que me daban esos aparatos, la sensación de plenitud era casi completa, la vibración en mi clítoris y sentirme penetrada por aquel consolador, me llevaron a tener al placer.


Aparto aquellos dos juguetes y cogió otros dos. Uno era un vibrador con pinta galáctica y el otro tenía forma de catavinos.  El primero cuando me lo introdujo fue de lo más soso, después de todas las sensaciones que había tenido con los anteriores este no vibraba, que equivocada estaba, sin aviso comenzó a moverse en todas las direcciones y a vibrar, tuve que agarrarme a las sábanas, que maravilla de movimiento, no quería que aquello acabara nunca.
Cuando estaba más excitada sentí algo viscoso y frÍo mas abajo, unos de sus dedos extendía aquel producto, pasado el primer momento de impresión y con las caricias, empezó a gustarme. En aquella puerta nunca había llamado nadie hasta hoy, tenía algo de miedo a que me doliera, pero él sabía lo que se hacia, con mucha paciencia y delicadeza se fue haciendo dueño de la situación y el placer que me estaba dando aquella cosa galáctica ayudaba. Primero un dedo, luego dos, todo muy despacio y dando tiempo a que me cuerpo se acostumbrara.


Saco el galáctico de mi, separo un poco mas mis piernas y muy despacio fue introduciéndome el otro, al principio me tense, pero comprendí que seria mejor relajarme por completo y no oponerme, llego un punto que me dolió y hábilmente el retrocedió, pasados unos segundos volvió a intentarlo, esta vez y costando un poco entro por completo, no me lo podía creer aquello me encantaba y  ya perdí toda noción de la realidad cuando me penetro el galáctico, no había recibido tanto placer en mi vida, no podía controlar mi cuerpo, creo que jamás he tenido  nunca un orgasmo como aquel.
Estaba salvaje, necesitaba devolverle todo el placer que me había dado, así que me dedique a él. Busque y mordí sus pezones, creo que demasiado fuerte, haciendo que gritara, mi mano agarro su miembro con firmeza mientras lamia su cuerpo hasta llegar a él, lo metí en mi boca, mientras estaba en ello y sin pensarlo,  mis dedos bajaron a buscarle, rápido comprendí  que quería penetrarle, jugué y jugué, cuando creí que era el momento oportuno introduje todo lo que pude en mi boca mientras un dedo le penetraba, su reacción fue increíble, brama y suspiraba como nunca antes. Mis caricias no pararon hasta que conseguí que brotara todo su néctar.
Aquel hombre tenia la capacidad de rendir todas mis voluntades, podía hacer conmigo lo que quisiera, no sabia negarme, confiaba en el para cualquier tipo de juego. ©Fer

lunes, 17 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XX PARTE.


El juego de la tarde anterior me encanto,  estar sometida a su voluntad me provoco nuevas sensaciones,  aquel hombre sabia sacar de una mujer todos sus más bajos instintos.
Se acercaban las Navidades y tenía que hacer las compras, las calles estaban repletas de gente y casi no se podía andar.  Aunque tenía que hacer una gran cantidad  de ellas lo tenía todo visto, creo que en un par de días lo tendría todo listo. Necesitaba dejar tiempo libre para mi amante.


Antes no me daba cuenta, pero ahora me percataba de todo, como cuando iba por la calle me miraban los hombres, el dependiente de la tienda de móviles no podía quitar los ojos de mi escote, como no dejaba de mirar mis piernas cruzadas aquel jovencito mientras tomaba café, esas miradas me encendían y hasta me dedicaba a provocar, tenia una seguridad en mi que no había conocido nunca.
Me llamo Gonzalo para quedar, me recogía en su coche.
Nada más subir a su coche me beso apasionadamente y su mano acaricio mi muslo, solo con aquel beso y esa caricia me encendió.  Mientras conducía  hablábamos y su mano no dejaba de acariciar mis piernas. En un momento dado me pidió que me quitara las bragas, sin rechistar subí mi falda y  las saque muy despacio, no pude reprimir el pasar mi mano por mi entrepierna.


Acople mi cuerpo para ofrecerme, sus dedos comenzaron de inmediato a jugar con mi sexo,  me arranco varios gemidos con sus caricias, me aferre a los reposa brazos y me abandone para disfrutar. Unas de las veces que entreabrí los ojos, me di cuenta que el conductor de una furgoneta que teníamos al lado me estaba mirando, lleve una de mis manos a mis pechos y comencé a tocarlos, aquello me excito de sobremanera y mientras tenia un orgasmo, clave mis ojos en los suyos.
Comencé a tocar su dureza por encima del pantalón, sentir en mi mano como era capaz de poner aquel hombre me producía un morbo incontrolable. Desabroche el cinturón, el botón y baje la cremallera muy despacio, mis dedos entraron y liberaron al prisionero de su cárcel. Cogí la postura mas cómoda para poder llevarle a mi boca, me gusta jugar con ella,  darle el máximo placer.


No sabia donde íbamos, ni me importaba, solo quería disfrutar. Al rato note que el coche frenaba y comencé a notar unos baches, me incorpore, era un camino rodeado de chaparros. Salimos del camino y aparco al lado de una gran encina con una mesa de esas de excursionistas al lado. Creo que era el Pardo. Nos pasamos al asiento trasero y seguimos besándonos y acariciándonos.  Mi boca se ocupaba de él,  mientras sus dedos me penetraban.  En esto me dijo:
-Mira.
Levante la cabeza y descubrí un hombre pegado a la ventanilla, aquello me sobresalto y me tape.
-Tranquila no pasa nada, que mire.
Metió su mano entre mis muslos y comenzó a tocarme otra vez, le vi muy seguro y me sentí protegida, decidí seguir con el juego. Atrape su miembro en mi mano y comencé a masajearle, seguida fue mi boca a buscarle. Intentaba que todas mis posturas  le dejaran buena visión a nuestro nuevo amigo.


En uno de los cambios de postura, vi que había otro hombre en la otra ventanilla. Me senté encima de mi amante, necesitaba que  nuestro cuerpo fuera solo uno, sentir como entraba en mi, como me hacia suya. Ver a esos hombres como se masturbaban por mi, mientras me poseía Gonzalo me llevo a una cascada de orgasmos encadenados. El culmen llego al ver como dejaban el rastro de su placer en los cristales, como me hubiera gustado que lo hicieran en mi cuerpo y mi amante lo hacia en lo mas profundo  de mi ser. ©Fer

sábado, 15 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XIX PARTE.


Los encuentros cada vez me producían más morbo, cuando creía que había alcanzado el límite estaba el siguiente que me descubría uno nuevo. Alguna vez me preguntaba cómo podía haber estado fuera de aquel mundo, ese mundo donde todo se hace para buscar el mayor placer, tanto propio como ajeno.
Un día  nada más entrar en la habitación me vendo los ojos con un pañuelo. Me ayudo para llegar a la habitación y que no tropezara, en silencio, solo con sus manos en mis codos.
 Estuve unos segundos que no pasaba nada, se había retirado de mi lado, no sabía lo que estaba preparando, sentí como se acerco, podía oír su respiración, su boca tomo la mía de forma brusca.  Mordía los labios, su lengua los lamia de forma obscena,  sin esperarlo abrió mi blusa de un tirón, arranco todos los botones y de forma brusca tiro de ella hacia abajo quitándome la de un solo movimiento.


Me llevo a otro lado de la habitación, creo que pegada a la cama.  Quito mi sujetador y cogió mis pechos desde abajo, lo tenía agarrados con fuerza. Soltó uno y de repente sentí una palmada en el otro, dio con fuerza en todo el pezón erecto, solté una exclamación de dolor y sorpresa, acto seguido lo hizo con el contrario.  Sabía que el dolor no me gustaba, pero aquello no me lo estaba causando y si una excitación tremenda.
Desabrocho y saco mi falda, rompió el fino hilo del tanga y puso su mano en mi húmedo sexo. Sus dedos entraron en mí de forma brusca, como todo lo que  estaba pasando aquella tarde, pero aquello solo me estaba produciendo mas placer, saco los dedos y los introdujo en mi boca, los lamí y chupe hasta dejarlos limpios.


Me echo en la cama, estiro uno de mis brazos y lo ató por la muñeca, lo mismo hizo con el otro y con ambas piernas, quede como el Hombre de Vitruvio, a su entera disposición.
Comenzó acariciando los pezones con su lengua,  después a chuparlos y por último a morderlos, la sensibilidad  que tengo en ellos casi me lleva al orgasmo. Acariciándome con ambas manos recorrió mi cuerpo,  mis suspiros iban en aumento, se cambio de posición, estaba entre mis piernas.
Uno de sus dedos empezó a acariciar la suavidad del monte de Venus, bajaba a media ingle y volvía a subir, aquello me hacia palpitar, paso a golpearme suavemente con dos dedos, poco a poco  fue aumentando la fuerza sin llegar al dolor. Me penetro con un dedo, luego con dos y por último con tres, como el tren de vapor que sale de la estación fue cogiendo ritmo, yo solo podía jadear y gritar mientras recibía tanto placer, justo en ese momento antes de llegar al orgasmo saco los dedos y cesaron sus caricias. De mi boca salieron todo tipo de insultos, palabra que jamás he utilizado, me acababa de dejar con la miel en los labios y mi cuerpo tenía una sensación y tensión que no conocía.


El no se movía, no decía nada y mi cuerpo se fue tranquilizando con aquella sensación extraña. Sus manos se posaron en la parte interna de mis muslos separándoles un poco, su lengua se ocupo de mí, subía y bajaba, rebuscaba por cada pliegue, se movía despacio, si ninguna prisa. Mi cuerpo se volvía a tensar de inmediato.  Me retorcí, cuando entro en mi con su lengua, mi orgasmo llegaría pronto la excitación era demasiada. Explote mientras su boca estaba en mí sexo y no dejaba de mover su lengua.
No me desató en toda la tarde, solo se dedico a darme placer  con sus dedos y boca, no soy capaz de saber las veces que alcance el orgasmo, pero le suplique miles de veces que lo dejara, pero cada orgasmo era más intenso que el anterior. ©Fer

viernes, 14 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XVIII PARTE.


¿Cuántas mujeres casadas desearían tener una aventura como la mía?
Es una pregunta que comencé hacerme. Yo, antes pensaba que toda mujer que le fuera bien en su matrimonio, no podría tener un amante, pero después de lo que estaba viviendo, comencé a dudarlo.
Según iba por la calle y  me cruzaba con alguna mujer,  me preguntaba:
- ¿Tendrá amante?


Yo nunca había sido una mujer dejada, siempre me había cuidado y arreglado, pero ahora tenía un aire nuevo. No había cambiado exteriormente, pero internamente sufría una revolución. Nunca había sido insegura, pero  ahora tenía una seguridad que no llegaba a comprender.  Y eso flor que tenemos todas las mujeres en nuestros interior y que se va secando con el paso de años de matrimonio, ahora estaba reverdeciendo. Me sentía bien.
-¿Cual seria la nueva experiencia que me tendría preparada, repetiríamos alguna de las anteriores?
Si tuviera que elegir la que mas me gusto, diría que el trio con aquel muchacho, siempre que me acordaba de el me  excitaba y mas de una vez estando sola  tenia que tocarme. Comencé muy jovencita a masturbarme, creo que tendría 16 años, un día escuche a unas compañeras de clase hablar de ello, esa misma noche en mi cuarto decidí investigar. Desde entonces siempre la había practicado, estaba creída que cuando me casara lo dejaría, podría tener sexo cuando quisiera, pero no fue así, no lo hacia tan frecuentemente como de soltera, pero aquel placer en soledad me enloquecía.


Siempre recordare una noche en unos ejercicios espirituales, mis padres solían mandarme algún verano, en un pueblo cerca de Segovia. Eran solo femeninos, entonces nos quejábamos, pero ahora visto con el paso de los años, comprendía que era lo mejor, si hubieran sido mixto aquello se habría convertido en una bacanal. Chicas y chicos de 18 años con todas las hormonas a pleno rendimiento y descubrimiento  la sexualidad, seria imparable.
Las habitaciones eran  de lo más austeras, dos camas, dos mesas de estudio y un armario empotrado, con un reducido baño. A mí este año me había tocado como compañera Virginia, chica simpática hija de un notario de Madrid.   Solo tenía unos meses más que yo, pero parecía que fueran años. Tenía por costumbre el andar desnuda por la habitación, no utilizaba pijama ni nada parecido. Yo aunque no era pudorosa y no me importaba que me viera desnuda en la ducha o cuando nos cambiábamos de ropa, no llegaba a su libertad.
El día había sido duro para todas, aquellas charlas de moralidad habían sido muy pesadas. Yo decidí irme a la cama nada mas cenar, me dolía la cabeza, Virginia si iría a salón, donde nos solíamos reunir todas después de cenar a contarnos nuestras cosas, que solían ser cosas de chicos.


Me quede dormida rápidamente,  pero con un duermevela, el dolor de cabeza no me dejaba hacerlo profundamente. Oír abrir la puerta muy despacio, no quería que me despertara, vi la silueta recortada por la luz del pasillo  de Virginia, mis ojos estaban acostumbrados a la oscuridad y con la claridad que entraba por la ventana, casi veía bien. Se fue quitando la ropa muy despacio y yo sin saber porque, no podía dejar de mirarla, sus pechos firmes, su cintura estrecha, las caderas justas, unas piernas largas y bien formadas y el pelo de su pubis recortado. ¿Porque la estaba mirando con tanto detalle? Estaba acostumbrada a verla desnuda. Haciéndome la dormida me di la vuelta hacia el otro lado.
Sentí como se metía en su cama y cerré los ojos para dormir.  Al poco rato empecé a escuchar unos ruidos raros y me di la vuelta otra vez. Deje de escucharlos por unos momentos, pero ahora vería lo que estaba haciendo. Note un movimiento raro bajo su sabana, primero a la altura del pecho y luego también en su cadera, rápido comprendí lo que pasaba, se estaba masturbando.


Me quede mirando como tonta, pensé un par de veces en darme la vuelta, pero no podía, había algo que me lo impedía. Formo como una tienda de campaña cuando recogió sus piernas, la sábana se bajo y dejo al descubierto sus pechos, los acariciaba  con una mano y pellizcaba sus pezones, la otra mano imagino que estaba en su pubis. Según estaba de costado deslice mi mano entrando por debajo del pijama, mis dedos se entrelazaron con mi vello, sentí la humedad de mi sexo, nunca lo había tenido así. No podía dejar de mirarla, cada movimiento de su cuerpo me excitaba más, su respiración me delataba por que fase iba, mis dedos cada vez me buscaban mas, solo los quería tener moviéndose dentro, se me escapo un pequeño suspiro que corte a medias. Acelero el ritmo, dio una patada a la sábana dejando su cuerpo al descubierto, verla desnuda por completo encima de la cama y tocándose me provoco mas, yo necesitaba terminar ya, mi cuerpo no resistía mas placer. Cerro las piernas y comenzó a retorcerse,  a mi el ver aquello me llevo al orgasmo.
Sonó el despertador y nos levantamos a toda prisa como siempre, teníamos el tiempo justo para arreglarnos y bajar a desayunar.  Nos dimos los buenos días y me pregunto por mi dolor de cabeza. Cuando íbamos a salir por la puerta, se dio la vuelta y me dijo:
-Hemos pasado buena noche.
Se acercó y me dio un beso en la mejilla, salió a toda velocidad de la habitación, yo me quede allí helada. ©Fer

jueves, 13 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XVII PARTE-


Fui a ver a Cloe, necesitaba contarle todo, no podía seguir callada ni un minuto mas, ella seria la mejor consejera por haber pasado por esta situación.
Llegue poco antes de cerrar, se alegró al verme y creo que intuía a lo que venía. La pregunte que si tenia algo que hacer, que la invitaba a comer y hablábamos. Acepto de inmediato.
Después de las preguntas de educación y mientras esperábamos que vinieran a tomar nota, fue derecha al grano:
-Cuéntame que tal tú aventura.


Le  conté todo, cada momento que hemos pasado juntos, cada encuentro, cada caricia, cada beso.  Ella ponía gran atención, sus ojos fueron cogiendo brillo, algunas de sus preguntas hacían que me cortara, pero acaba diciéndole todo lo que quería saber.
Ella también me hizo sus confesiones, ella llevaba 5 años viviendo una cosa parecida. Tenia un amante que le había descubierto el mundo del sexo, no quiso comentarme sus experiencias, quería que fuera descubriendo yo las mías sin estar influenciada por lo que ella me contara. Me dio la enhorabuena por haber descubierto el mundo del sexo.
Después de comer, mientras me dirigía a los apartamentos, fui dando vueltas a las palabras de Cloe, esa enhorabuena a un mundo del sexo, no lograba entenderlo bien.


Me abrió la puerta la señorita que atiende los apartamentos, Gonzalo no había llegado todavía. Me desnude y me di una ducha, tenia un sensación de sudor desagradable,  en aquel restaurante tenia la calefacción demasiado alta. Salí del baño y me encontré con Gonzalo en la cama completamente desnudo y tocándose.
El verle de aquella forma me excito, deje caer la toalla y mi cuerpo se mostros por completo para el. Fui a buscarle y me detuvo, me digo que me colocara a su lado y me tocase. Le obedecí sin decir palabra.
Tumbada a su lado mis manos buscaron mis pechos, mientras contemplaba como su mano subía y bajaba por aquella parte de su cuerpo que me gustaba tanto. Como deseaba tenerla en mí. Una de mis manos bajo por mi cuerpo mientras mis piernas se separaban. Mis dedos notaron rápido la hinchazón y humedad de mi sexo, comencé a jugar con el mientras mi otra manos apretaba mis pechos y pezones. Los gemidos de ambos fueron en aumento, como una sinfonía de placer, nuestros cuerpos se retorcían, se rozaban levemente nuestros brazos,  los dedos salieron de mi  y los lleve a su boca, quería que me saboreara.


Aquello nos encendió mas, nuestros caricias se aceleraron buscando el Sprint final, segundos antes de llegar al clímax sentí que se movía, pero no tenia fuerzas para mirar que hacia y justo cuando empecé a estallar sentí como su miembro entro en mi. Aquello me llevo  a un estado que no había conocido, mi cuerpo no hacia caso de mis órdenes, solo buscaba el placer, el tenerle más dentro y que me diera más. El gran fin de fiesta fue cuando se vacío en mi, se puede comparar con uno del circo, donde salen todos los artistas a escena. Los besos y carias fueron el remate final.
Le comente  lo  Cloe y que le había contado todo. El soltó una gran risotada y solo dijo:
-Otra viciosa.
Aquello de viciosa de primeras me sonó fatal y casi lo abofeteo, pero después comprendí que era la verdad, no quería nada afectivo con el, solo sexo. ©Fer

miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XVI PARTE.


Cada vez que veía  a mi marido tenia complejo de culpabilidad, se me hacia un nudo en el estomago y estaba a punto de derrumbarme, pero me mantenía firme el acordarme de mis hijos. Después pensaba: Ojos que no ven………….


La vida sexual en casa también había mejorado, prácticamente era a diario, no lograba entender que mi cuerpo cada vez pidiera mas. Aunque mi marido nunca había sido un estrecho, con el paso del tiempo se había vuelto cómodo, pero en esta etapa la que mandaba en la cama era yo. Las sesiones de sexo oral eran interminables, mas el  a mi, que yo a él. Se estaba volviendo en un experto.
Un día me llamo Gonzalo para quedar:
-        A las 11 en la parada de 27 de la Casa de América. Minifalda y sin bragas.
No entendía aquello, pero  me había vuelto completamente obediente con el, todo lo que mi pedía lo hacia.
Me di un ducha rápida, repase la depilación de mi sexo, me encanta llevarlo totalmente depilado, las sensaciones que me provoca son mas intensas. Elegí un corpiño con liguero, una blusa, minifalda a medio muslo y cubriendo todo una gabardina.


Llegue 5 minutos antes, así que me tocaba esperar. No dejaba de darle vueltas a donde iríamos y que haríamos, pero estaba despistada. Aquel juego me esta excitando y todavía o había empezado.
-Súbete en el próximo, no te sientes y no nos conocemos.  Me dijo su voz detrás mía.
El autobús venia casi lleno, pague mi billete y me fui al centro, logre encontrar un sitio en la ventanilla y me coloque mirando la calle. Al momento sentí un cuerpo que se pegaba al mio, era el, le delato la colonia, no era de extrañar que se arrimara tanto, no cabía un alfiler.
Cuando comenzó a andar el autobús pego su vientre contra mi espalda, podía sentir lo excitado que estaba, no se como pero metió la mano entre mi gabardina y comenzó a acariciar mis muslos, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para que mi cara pareciera de lo mas normal. Cuando llegábamos a alguna parada, disimulaba un poco mientras se recolocaba la gente, volviendo a su juego nada mas avanzar.
Hubiera deseado que me tomara allí mismo, no me hubiera importado, estaba muy excitada y eso que solo le tenia pegado a mi y acariciando mis muslos. Tenia la necesidad de sentir sus dedos en mi, pero aquello no llegaba nunca, por mucho que se acercara, separe un poco mis piernas, pero él lo tenia todo calculado.


Al pasar la parte central de la línea se fue vaciando el vehículo, los asientos de atrás se quedaron libres. Se apartó de mi y se fue a sentar en el centro de los asientos, le seguí y me  tuvo que dejar pasar para sentarme junto a un cristal.
Separo uno de los vuelos de la gabardina y poso su mano en mi rodilla, mi reacción fue separar las piernas. Paso levemente sus dedos por la parte interna de mi muslo, baje la cabeza intentado esconderme un poco, sino me delataría mi cara y comencé a morderme los dedos para no gritar de placer.


Mi cuerpo dio un respingo cuando sentí sus dedos y mis piernas se separaron más, quería ofrecerme por entero. Comenzó con un movimiento circular muy suave, para seguir con los dedos por mis ingles, subió por el centro volviendo al principio, así una y otra vez, yo no aguantaba más aquello, tenia que sentirle. Una de mis manos busco por su pierna, pero nada mas sentirme me aparto.
Dos de sus dedos entraron en mis rápidamente, no me lo esperaba y arranco un gemido que disimule tosiendo, comenzó a entrar y salir, no pude aguantar mas y fui un torrente de placer. 
Sin decir nada, se dirigió a la puerta y se bajo en la siguiente parada. Yo no podía moverme necesitaba recuperarme..©Fer

lunes, 10 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XV PARTE.




………..mis manos y mi boca se dedicaron por completo a ellos, quería darles mas placer del que me habían dado ellos a mí. Sus caras y sus gemidos expresaban claramente que mis carias eran las apropiadas, me veía que dominaba la situación y que estaban a mi entera disposición. Mi cuerpo me pedía más,  necesitaba sentir como me hacían suya aquellos dos hombres, no tenia decidido quien seria el primero, pero si que los deseaba.
Conseguí llevarlos casi al límite y decidí que fuera Álvaro el primero, así acabaría con Gonzalo.
Cruce una pierna por encima de su cuerpo para sentarme encima, sentí como poco a poco fue haciéndome suya, como cada vez era mas mio, mi cuerpo se acoplo al suyo como si se fuera a escapar, me quede inmóvil cuando ya era todo mio, nunca nadie había llegado a esa parte de mi cuerpo. Las manos de Gonzalo cogían mis pechos, las suyas en las caderas y su cara de placer, hicieron que comenzara a moverme muy lentamente, apretando los músculos para sentir mas, quería que aquello no acabara nunca. El ritmo fue en aumento, los movimientos de mis caderas cada vez mayores, Gonzalo se levanto quedándose a mi disposición, cosa que no dude lo mas mínimo y saboree con gran dedicación. El  tener a los dos dentro de mí me hizo tener una cascada de placer que no cesaba, no era capaz de controlar mi cuerpo.


Me derrumbe de costado, no tenia fuerzas para nada, no sabia los orgasmos que tuve, se dedicaron a besarme y acariciarme, Gonzalo me agarro de las caderas y me puso de rodillas separando mis piernas y entro en mi, sus movimientos eran enérgicos, sus manos en mis hombros tiraban hacia él, mi cuerpo tardo un poco en reaccionar pero rápidamente estaba excitada otra vez, sentí  azote seco que resonó en  la habitación, aquel acto me excito mas, mi boca busco a Álvaro.
Los azotes fueron en aumento, era una cosa extraña, sonaban pero no me hacían daño, cada vez que sentía su mano y oía aquel ruido seco, un escalofrío de placer recorría mi cuerpo. Entre las envestidas, los juegos bucales, nos estaban llevando a los tres a los límites del placer, fui yo la que antes llego  alcanzando otra vez nuevas cima, ellos fue casi a las vez y les pedí que lo hicieran sobre mis pechos, sentir sobre mi todo su calor me volvió a llevar al placer.


No se lo que paso después,  no sabría decir si me desmaye o me quede dormida, solo que cuando fui consiente estaba sola. Me fui a la ducha.
De camino a casa mi mente no dejaba de darle vueltas, acababa de hacer un trio, yo, y no estaba nada arrepentida. Estaba muy sensible, solo  el movimiento de andar me producía placer y el recuerdo del encuentro vivido.  Creo que después de eso Gonzalo había captado mi mensaje.©Fer

domingo, 9 de diciembre de 2012

EL AMANTE. XIV PARTE.


No deje de darle vueltas a sus palabras,  tenía sentimientos encontrados. Por un lado me gustaba  y por el otro me entraba un repelús  por el cuerpo. 
Gonzalo me caía de maravilla, le apreciaba mucho,  me provocaba sensaciones que jamás las había tenido, pero de ahí no pasaba, no estaba enamorada y  me entro el miedo de que él sí. Teníamos que hablar y dejar las cosas claras, no quería mal entendidos.
Quedamos en el café de siempre, estaba sentado en la mesa de siempre. Nada más verme se levanto y vino hacía mí, nos fundimos en un cálido abrazo y me dio dos besos. Las muestras de cariño más afectivas en público no podían ser.


Creo que fui algo dura, exprese mi miedo por sus palabras de forma directa, dejándole algo desconcertado,  un rictus en su cara así lo evidenciaba.  Sin gran convencimiento, comento que lo tenía claro desde el primer momento y sabía cuál era nuestra situación.
Después de contarme como iban las cosas en la oficina, me agarro las manos y me pregunto si nos veríamos al día siguiente,  me había preparado una sorpresa.
 Me encontraba mejor una vez aclaradas las cosas e intrigada de cual seria la sorpresa.



Llame a la puerta del apartamento y tardo un poco en abrir, junto nuestros labios en un beso profundo, me abrazo y dijo a mi oído: “Tengo que presentarte a alguien” Me quede helada, entonces vi  a un hombre.
Tendría 30 años, alto, apuesto y con unos ojos casi negros que penetraban. Cuando nos presento fui a darle dos besos, el me abrazo y me beso en los labios. Todo aquello me tenía desconcertada, no sabía de qué iba aquello, aunque me lo podía imaginar. Pase  al baño, tenía que centrarme un poco.  Tenía dos opciones, salir de allí corriendo o dar un paso adelante y ser yo quien llevara las riendas. No sabía cómo lo iba hacer, nunca había estado con dos hombres,  pero si es lo que quería, lo tendría.
Me fui derecha a Gonzalo, le abrace y bese con fiereza, mientras Álvaro que así se llamaba, nos miraba. Le hice un gesto para que se acercara, sentí su mano en mi culo, me di la vuelta para buscarle, nos besamos, su lengua jugó con la mía, mientras sus manos apretaban mi culo, sentí las manos de Gonzalo apretando mis pechos.  Estaba entre aquellos dos cuerpos y su manos no dejaban de recorrer el mío.


Aquella situación me había provocado tal grado de excitación que se fueron las dudas que tenía. Gonzalo saco mis pechos ofreciéndoselos a Álvaro, el cual no tardo en dedicarse a ellos con boca, la dedicación de aquel hombre era deliciosa. Note una mano que subía por mis piernas y se introducía en mi tanga, el suspiro que di al notar sus dedos en mi resonó en la habitación, Otra mano subió mi falda y se esmero en acariciar mi culo. Necesitaba  más.
Sin decir nada me libere de aquel abrazo, los tenía a los dos enfrente de mí, situada entre los dos y besándolos alternativamente,  mis manos fueron en busca de su hombría. Al sentir lo que guardaba nuestro amigo casi me asusto.
Me arrodille y desabroche sus pantalones, baje sus calzoncillos, dejando a mi disposición tan suculento manjar. Lo que aquel hombre era magnifico,  grande y grueso, pero sin ser nada descomunal.  Los tenía en mis manos, nunca mejor dicho, cada una  se dedicaba a uno de ellos. Mi cuerpo quería mas, pase a lamer y chupar aquellas maravillas.
Pasamos a la habitación, me desnudaron entre los dos, si dejar de acariciarnos y besarnos, me tumbaron en la cama y se desnudaron. Cada uno a un lado acariciaron mi cuerpo con las yemas de los dedos, eso sí, sin tocar ninguna zona erógena. Los suspiros y jadeos que me provocaban se unían como en una melodía.


Sin previo aviso, pasaron a ocuparse de mis pechos, lamiendo y chupando mis pezones, sus manos se encontraron en mi sexo consiguiendo que no pudiera aguantar más. Sin darme tiempo a recuperarme sentí la boca de Álvaro, su lengua recorría cada pliegue, cada rincón, tenía casi una sensación de dolor al tenerlo tan sensible.  Gonzalo no dejaba de besarme y lamer mis pechos, mientras la boca de Álvaro, me estaba llevando otra vez a los límites. No puede resistir mi placer, al sentir como Gonzalo penetro mi boca.
Tenía que descansar un poco, necesitaba recuperar fuerzas, sus caricias y besos me encantaron.  Gonzalo aprovecho y me pregunto al oído: “Estas bien” Volví mi cara hacia él y le bese profundamente, expresando así mi afirmación.
Pasados unos minutos y repuestas las fuerzas me coloque de rodillas en la cama, soy agradecida y tenía que devolver el placer recibido…… ©Fer

sábado, 8 de diciembre de 2012

EL AMANTE.XIII PARTE.

 En los momentos de lucidez que tenía, era consciente en el jugo en el que estaba metida y las consecuencias que podía acarrear. Solo con la idea de poder perder a mi marido, mis hijos, mi familia, se me revolvía el cuerpo, la amargura inundaba mi interior.
Mi cuerpo no estaba en consonancia con mi mente, el pecado se había anclado en el  y no era capaz de expulsarlo.  Todas las sensaciones y sentimientos que había descubierto en este tiempo me convirtieron en una mujer diferente. Nunca pude imaginar verme inmersa en este tipo de juego.


Por mucho que mi vida había cambiado, no abandone mis deberes como madre y esposa, no podía consentir que pasiones interfirieran en ellos. Era demasiado mi amor.
 Estaba en el apartamento esperando a que viniera, era extraño que se retrasara, me estaba poniendo ya nerviosa cuando llamo a la puerta. Al abrir su cara me reflejo que algo pasaba.
-¿Qué pasa?
Me dio un beso de refilón y paso derecho a sentarse en el sillón, nunca le había visto en ese estado, pero sabía que  era  grave.
Después de encender un cigarro y suspirar profundamente, empezó hablar muy despacio. Su jefe quería mandarle a una nueva filial  que iban abrir en Nueva Zelanda.
Su mundo se le vino abajo, tenía que hacer lo imposible  para no irse. No podía llevarse  a su familia y aquí tenia negocios que no podía abandonar.  Y lo que me dejo con un sabor agridulce, fue cuando me dijo: “Y por ti”


Pasamos la tarde hablando de lo que podía hacer para no irse, analizando las consecuencias que le podían traer en  la empresa. Con mi ayuda, poco a poco se le fueron aclarando las ideas y empezó a ver claro la estrategia que utilizaría para no irse.
Al ver que estaba más animado y tratando que se le borrara de la mente todo aquello, comencé  a besarle y pasar mi mano por encima del pantalón. Muy despacio sus besos se fueron haciendo más apasionados y su cuerpo reaccionando a mis caricias.
-Te voy a dar un masaje.
Hice que se desnudara, mientras sacaba del bolso un bote de aceite de coco, se tumbo en la cama bocabajo. Me coloque a su lado de rodillas,  eche aceite en mis manos que comenzaron a masajear sus hombros, de forma suave  pero firme no deje parte de su espalda sin que pasaran mis manos.  El cuerpo poco a poco fue perdiendo la tensión acumulada.


Le mande que se diera la vuelta, me desnude mientras clavaba sus ojos en mi cuerpo, su erección era evidente. Eche aceite directamente en su pecho, lo extendí mientras le miraba a los ojos. Cuando su cuerpo estuvo embadurnado por completo, pase mis pechos por el suyo, baje a su tripa para subir muy despacio hasta su cuello, hizo intento de chupar mis pechos, bajaba rozando mis pezones con su piel, su excitación cada vez era mayor, era el momento.
Separe sus piernas y me metí entre ellas,  apreté mis pechos contra su  entrepierna, su dureza en ellos me obligo a cerrar los ojos. El solo suspiraba y gemía, las veces que me intento tocar no le deje. Aquel era mi juego.
Cogí el aceite y derrame un buen chorro en  su miembro, pase mis manos muy despacio por él,  primero una detrás de otra, luego las dos a la vez, una sola mientras la otra jugaba con su escroto, acelere el ritmo, buscando el premio deseado.   Nunca había visto esa reacción de un cuerpo mientras derramo su néctar.©Fer