martes, 9 de julio de 2013

EL SMS. PARTE XII.



Aquella noche lo había decidido, al día siguiente me acercaría a casa de Encarna y preguntaría al portero.   Eugenio, que así le llamaban, tenía que estar ya jubilado, pero seguro que el nuevo, sería igual de “listillo”

Era demasiado pronto para que estuviera en la portería, a estas horas estaría limpiando por la escalera, cogí el ascensor hasta el último piso y bajaría por la escalera hasta que diera con él. No había cambiado mucho la casa, unas manos de pintura, algún retoque en los descansillos, pero poca cosa más. Toda búsqueda tiene su recompensa y entre el 3º y el 2º le encontré.

Me lleve una grata sorpresa, el nuevo portero era el hijo de Eugenio, Federico. No saludamos amigablemente, ya que en aquellos años, habíamos mantenido largas charlas, teníamos algunas aficiones comunes. Sin dar detalles le pregunte, se quedó pensando unos instantes, típica treta para darse cierta importancia. Me contó  prácticamente con detalle todo lo que había sucedido, pero no me daba los nombres de las personas. Después de casi diez minutos de divagar, empezó a soltar nombres:

-Federico por favor, solo los que venían más a menudo.

-Dª Margarita, Dª Noelia y Dª Ana.

Ya tenía lo que quería,  le puse la primera escusa que se me vino a la cabeza y me despedí  de manera afable.

En el coche le fui dando vueltas a esos 3 nombres y la verdad, cualquiera de ellas podía ser.

Margarita López Granero.

Se habían conocido en el colegio, su amistad fue muy buena hasta que tuvieran un pequeño distanciamiento por un chico. Imagine que el paso de los años las llevo a darse cuenta de su niñería y retomarían la amistad.

Noelia Sarmiento Moreno.

Eran amigas desde que nacieron prácticamente, veraneaban en el mismo sitio, las casas las tenían puerta con puerta.  Las dos familias fueron de las pioneras en veranear en aquel lugar.

Ana Valle Centeno.

Eran inseparables en su época de CEU. Muchas veces me sentí como si tuviera dos novias.


Al abrir el Facebook, cuando llegue a la oficina, lo primero que hice fue intentar localizarlas. Di con Ana, pero de las otras dos no había ni rastro. Solicite su amistad y le mande un privado. A Margarita la encontré en otra red social, volviendo a repetir la misma operación. No había rastro de Noelia, tendría que emplearme a fondo. ©Fer

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