domingo, 24 de junio de 2012

SIRENA. V


Aquella separación fue dura, pero la calmaba los momentos vividos. Hablaban a diario y cada vez había mas afinidad entre ellos, de la pasión se paso a la complicidad.

Después de un tiempo ella tomo la decisión de ir distanciando sus conversaciones, para ella cada vez que hablaban era una necesidad pero también un sufrimiento. Para él era lo contrario, cada segundo que la escuchaba era algo que le daba vida.



Unos meses mas tarde volvieron a quedar, volvió a recogerla en la estación, tenia los mismos nervios que la primera vez. El encuentro fue algo maravilloso, la estrecho entre sus brazos y la beso. Ella tenia aquel brillo en los ojos, pero había algo en lo mas profundo de sus ojos que no había la vez anterior.

No dejaron de hablar en todo el rato, se fueron contando sus cosas entre caricia y caricia, entre beso y beso. Pasearon, comieron, bebieron siempre entre la complicidad que tenían, pero el seguía notando algo raro en ella.

Mientras tomaban un café sentados en una terraza el tomo la iniciativa y pregunto: Que me quieres decir, tu hoy aparte de vernos has venido a decirme algo.
Ella negó, no tenia nada que decirle y que solo había venido a verle. Ahí se quedo el tema, pero ambos sabían que había algo más.



Subieron al coche y se desato la pasión, los besos fueron profundos y húmedos su manos recorrían sus cuerpo y la excitación fue creciendo, los suspiros y jadeos eran lo único que se escuchaba.

Entraron en la habitación del hotel y se desato la lujuria, hicieron el amor con pasión, dulzura, salvajemente, buscando el complacer al otro, sin ser egoístas.



La volvió a dejar en el mismo lugar que la vez anterior y a tener los mismos sentimientos, pero en lo mas profundo de sí sabia que algo había cambiado.

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