jueves, 18 de octubre de 2012

LA SOLEDAD.

Estaba sentado en aquella piedra al borde del risco, miraba fijamente al horizonte sin desviar la mirada de ese punto imaginario que se había marcado.
La tarde otoñal acompañaba para estar inmerso en sus pensamiento, aquel torrente de  frases, situaciones, miradas, gestos........ es decir de sus recuerdos. No lograba concentrarse en uno solo, iba hilando uno con otro sin cesar, parecía que no tenían relación pero todos se fundamentaban en una cosa, su forma de ser.



Hombre con grandes defectos,escasas virtudes y con gran alma, actuaba siempre por lo que le marcaba su corazón dándole igual las consecuencias que le pudieran generar. Estas se le solían siempre revolver contra el, pero por mucho que así fuera no cambiaba de actitud.
Las sienes blancas, las arrugas profundas y la mirada profunda pero triste era lo único que había cambiado de él el paso del tiempo, pero su forma de ser esa no había cambiado.
Pasaron la horas y el no había cambiado de posición, con la caída del sol se confundía su silueta y no sabias donde terminaba el y comenzaba la piedra o al revés.

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