Abrí el sobre con celeridad, la curiosidad me podía:
“Hola Fernando.
Veo que te has acordado y has descubierto el pequeño
enigma. Siempre me he acordado de aquella noche, gracias por ser tan dulce y
apasionado. Ahora te quedan otras 4,
vamos a por la segunda.
Sitio santo que te encoje, ventana que da al mar,
Fulgencio López Guillen, donde siempre es primavera esta la respuesta.
Buena suerte. Besos”
Nos fuimos a cenar tranquilamente, queríamos disfrutar de
la noche, los últimos tiempos habían sido algo duros, la situaciones familiares
estaban modificando nuestra vida.
Aquel sitio siempre me gusto, era un palacete con enorme
jardín, todo cuidado al mínimo detalle. Su entrada te trasportaba a otro
tiempo, iluminación artificial tenue que daba toda la relevancia a los cientos
de velas, sus muebles clásicos y sus techo altísimos finamente decorados con
frescos. Las mesas están distribuidas
por las estancias, podías elegir donde
cenar: biblioteca, salón de baile, comedor……………
Tuvimos una cena de lo más romántica, las miradas y las caricias fueron
continuas.
Paseamos por la playa con los zapatos en las manos, es
curioso el espectáculo que ofrece, estas entre dos mundos, luz y oscuridad. Neones, farolas, casas….las observas como si
fueran de otro mundo, te hacen hasta daño cuando las contemplas. Luego viene
esa franja donde las figuras se van enmascarando con la sombras y por fin
llegas a la oscuridad, ese negro profundo que te estremece y que solo se ve
roto por la luz de alguna barca de pescadores.
Despuntaban los primeros rayos de sol cuando me levante,
desde los pies de la cama me quede observando su cuerpo desnudo, no puede haber
mejor espectáculo, ver el cuerpo de la mujer
la que quieres después de una
noche de pasión. Encendí un cigarro, salí a la terraza según estaba, desnudo,
sentía el frescor de la mañana por todo mi cuerpo, esto debió despejarme y mi
cabeza empezó a funcionar.
-Quien cojones seria Fulgencio López Guillen.
Ahora no tenía ni
idea de por dónde van los tiros, no me sonaba su nombre ni por asomo, tendría
que darle muchas vueltas, pero ahora no me apetecía. Sin saber porque mi
excitación se empezó hacer manifiesta, entre y me dedique a besar su cuerpo,
aun dormida, se giro al sentirme y dejo su cuerpo a mi merced. ©Fer
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