No sé el tiempo que estuve aparcado dándole vueltas al
tema, ni en donde tenía mis pensamientos, reaccioné cuando el vigilante de la
hora golpeo varias veces en la ventanilla.
Mi mujer me noto raro nada más llegar a casa, no pregunto
nada, sabe que es mejor darme espacio porque se lo acabare contando. Me senté
en el sofá y encendí un cigarro, tenía que acabar de poner todo en su sitio
para poder contárselo.
Después de algunos cigarros más y de muchas más vueltas
en la cabeza, ya lo tenía todo centrado. Le conté la historia tal y como había discurrido,
su cara era de tranquilidad, escuchando atentamente. Cuando termine solo dijo:
-Con que gente más rara te has juntado.
Me despeje un poco de aquella historia, charlamos, vimos
la tele y a dormir.
Cuál sería la solución, nuestra primera vez fue en el
apartamento de un amigo en la playa, el día siguiente de conocernos. Estábamos
de copas y entre los besos y las caricias entramos en un estado de acaloramiento
tremendo. Aquella noche fue espectacular, nos conjuntamos de maravilla, nuestros
cuerpos parecían solo uno con el
objetivo de darnos el máximo placer. Todavía recuerdo como el sol, según iba
entrando, dibujaba nuestros cuerpos.
“Si miras detrás de ti, me encontraras” esta es la parte
que no lograba entender. Tenía claro que en aquel apartamento estaba la
respuesta, así que ya sabía el plan para este fin de semana.
Localice el número de teléfono de este amigo, gracias que
habíamos coincidido en algún acto social, pues de aquella época he perdido el
contacto con casi todos. Después de saludarle y preguntar por la familia le
explique por encima el caso, sin entrar en muchos detalles, le pedí si me podía
alquilar el apartamento para ese fin de semana. Cuál fue mi sorpresa al decirme
que ya no era de sus padres, que hace años que lo habían vendido, aquello
echaba al traste todo, pero que me daba el número del portero de edificio, que
según tenía entendido lo alquilaban por temporadas.
Después de llamar varias veces, conseguí hablar con el
portero, fui directo al grano y le pregunte por el apartamento, fue mi error, dándome
largas y poniendo trabas, dijo que tendría que hablar con los propietarios para
que decidieran ellos, este quería sacar una propina. Le llame por la tarde y me
confirmo que lo tenía libre y el precio,
seguro que había metido 50 o 100 € más para él.
Me inundaban los recuerdos según iba viendo todo aquel
lugar, aunque el paso de los años lo había cambiado, el paseo, los edificios,
algunos chiringuitos, me hicieron trasladarme 25 años atrás. Localice al
portero para que me diera las llaves y pagarle. Subimos las maletas, ya estaba allí.
Fuimos a cenar a un chiringuito del cual eras clientes
habituales en su momento, le conté mil batallas a mi mujer, pobrecita me
aguanta de más. Paseamos por la playa mientras charlábamos. La bese y las abrace mil veces. Hicimos el
amor salvaje y cariñosamente hasta caer agotados.
Me levante pronto, como siempre, me senté en la terraza a
echar un cigarro y a contemplar como salía el sol, venga a darle vueltas a
aquellas palabras “si miras detrás de ti” una y mil veces miraba la habitación
intentando dar con la clave, pero cada vez
lo entendía menos.
Paseo, baño, aperitivo, comida, más bañitos…….. no sé si
seriamos capaces de dar con la pista, pero lo que si sabía era que disfrutaríamos
del fin de semana. Nos echamos para
descansar un rato, luego una ducha y a cenar en el Casón, restaurante precioso
que no se si seguiría siendo de un amigo.
Estaba vistiéndome frente al espejo y pensando en el
trabajo, teníamos que despedir a 2 empleados y se hacía duro, sin saber cómo vino a mi mente.
-No puede ser.
Mi mujer me miro con cara rara y me pregunto:
-¿Que no puede ser?
Me acerque al espejo, pegando mi cabeza a la pared y
separando un poco el espejo intentaba mirar detrás, no se veía bien, pero parecía
que había algo.
Descolgué el espejo y le di la vuelta…………………………..allí estaba,
un sobre. ©Fer
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