Después de despedirme salí con una sensación rara en el
cuerpo, hacía muchos años que no sabía nada de Encarna, pero sentía un gran
cariño por ella. Según iba andando hacia el coche, vino a mí el recuerdo.
Era el verano del 88, estaba de vacaciones en la playa
con unos amigos, nos habíamos metido en montar una heladería, el primer negocio
de juventud, no sabíamos cómo saldría aquello, pero por lo menos tendríamos el
verano fresquito.
Estábamos una noche sentados en la terraza cuando apareció
un grupo de chicas, todas monísimas y dispuestas para comenzar la noche. Sonreímos
entre nosotros mientras se fueron sentando tranquilamente, había que lanzar las redes a ver si ligábamos
algo.
Nuestras miradas se empezaron a cruzar desde el primer
momento, yo que era un pardillo me temblaban las piernas, intentábamos disimular
y mirar para otro lado, pero el tiempo entre mirada y mirada cada vez se hacía más
corto. Me estaba entrando de todo, lo tenía decidido, había que intentarlo
aunque me partieran la cara. Se comieron su helado, se marcharon y no habíamos movido
ni un musculo, se puede ser más pardillo.
Teníamos que esperar a que los camareros cerraran y recogieran para hacer la caja, eso solía pasar sobre las 1, para después comenzar
la juerga, noches locas que terminábamos desayunando a la salida del sol,
mientras nos contábamos las batallitas.
Oteábamos el horizonte mientras pedimos las primeras
copas, parecíamos buitres subidos en lo más alto del árbol, cuando la vi, estaban
allí, esta era la mía, no sé qué harían los demás, pero yo iría a saco, joder
ya estaba otra vez con el temblor de piernas.
Hice un ataque frontal, no me podía creer lo suelto que
estaba, pero parecía que estaba dando resultado, las miradas de antes me habían
dado una gran seguridad. No nos separamos en toda la noche, acabamos paseando
por la orilla del mar entre caricias y besos. Aquello fue el comienzo de una
relación de 3 años.
Nos fuimos conociendo poco a poco, descubriendo el
verdadero yo del otro, viviendo nuestra sexualidad, disfrutando del amor de
juventud. Todo esto se vio truncado al
intervenir las familias.
Sentado en el coche me decidí a abrir el sobre:
“Hola Fernando.
No te pongas triste, se cómo eres y esto te afectara, quédate
con las cosas buenas que vivimos e intenta tener el mejor recuerdo de mí, como
aquel verano que nos conocimos. Se todo el daño que te hice en su día y me he
arrepentido cientos de veces, pero era joven y tenía otra visión de la vida,
solo espero que me hayas podido perdonar.
Espero que participes en este juego, sabes que siempre fui
un poco loca, más que por lo económico me gustaría que lo hicieras por el
recuerdo. Vamos a lo interesante y dejémonos de sensiblerías.
Primera pista:
Donde me entregué a ti por primera vez, si miras detrás de
ti, me encontraras.
Buena suerte.
Te quiero.
Encarna” ©Fer
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