martes, 25 de junio de 2013

EL SMS. PARTE IV.



Después de despedirme salí con una sensación rara en el cuerpo, hacía muchos años que no sabía nada de Encarna, pero sentía un gran cariño por ella. Según iba andando hacia el coche, vino a mí el recuerdo.

Era el verano del 88, estaba de vacaciones en la playa con unos amigos, nos habíamos metido en montar una heladería, el primer negocio de juventud, no sabíamos cómo saldría aquello, pero por lo menos tendríamos el verano fresquito.

Estábamos una noche sentados en la terraza cuando apareció un grupo de chicas, todas monísimas y dispuestas para comenzar la noche. Sonreímos entre nosotros mientras se fueron sentando tranquilamente,  había que lanzar las redes a ver si ligábamos algo.

Nuestras miradas se empezaron a cruzar desde el primer momento, yo que era un pardillo me temblaban las piernas, intentábamos disimular y mirar para otro lado, pero el tiempo entre mirada y mirada cada vez se hacía más corto. Me estaba entrando de todo, lo tenía decidido, había que intentarlo aunque me partieran la cara. Se comieron su helado, se marcharon y no habíamos movido ni un musculo, se puede ser más pardillo.

Teníamos que esperar a que los camareros  cerraran y recogieran para hacer la caja,  eso solía pasar sobre las 1, para después comenzar la juerga, noches locas que terminábamos desayunando a la salida del sol, mientras nos contábamos las batallitas.

Oteábamos el horizonte mientras pedimos las primeras copas, parecíamos buitres subidos en lo más alto del árbol, cuando la vi, estaban allí, esta era la mía, no sé qué harían los demás, pero yo iría a saco, joder ya estaba otra vez con el temblor de piernas.

Hice un ataque frontal, no me podía creer lo suelto que estaba, pero parecía que estaba dando resultado, las miradas de antes me habían dado una gran seguridad. No nos separamos en toda la noche, acabamos paseando por la orilla del mar entre caricias y besos. Aquello fue el comienzo de una relación de 3 años.

Nos fuimos conociendo poco a poco, descubriendo el verdadero yo del otro, viviendo nuestra sexualidad, disfrutando del amor de juventud. Todo esto se vio truncado  al intervenir las familias.

Sentado en el coche me decidí a abrir el sobre:

“Hola Fernando.
No te pongas triste, se cómo eres y esto te afectara, quédate con las cosas buenas que vivimos e intenta tener el mejor recuerdo de mí, como aquel verano que nos conocimos. Se todo el daño que te hice en su día y me he arrepentido cientos de veces, pero era joven y tenía otra visión de la vida, solo espero que me hayas podido perdonar.

Espero que participes en este juego, sabes que siempre fui un poco loca, más que por lo económico me gustaría que lo hicieras por el recuerdo. Vamos a lo interesante y dejémonos de sensiblerías.

Primera pista:
Donde me entregué a ti por primera vez, si miras detrás de ti, me encontraras.
Buena suerte.
Te quiero.

Encarna”     ©Fer

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