Reservé
habitación en el Real, uno tiene sus
preferencias y este hotel es una de las mías. Mandado construir por Alfonso
XIII como alojamiento para el séquito real y los invitados de honor, ya que
desde principios de siglo la familia real tenía por costumbre veranear en el
Palacio de la Magdalena. Sus habitaciones con
vistas a la Bahía de Santander es algo espectacular, su terraza, sus jardines, sus salones………… soy un
clásico y no me gustan las cosas modernas.
Llegamos después de comer, nos echamos un rato a descansar del viaje,
para luego dar un largo paseo hasta la puesta del sol.
Duchados,
cambiados y después de tomar un café en la terraza emprendimos nuestro paseo.
Bajamos hasta la Avenida de la Reina Victoria hasta llegar a la península de la
Magdalena, pasando por la puerta del Real Club de Tenis, cogimos el camino que
va bordeando pegado al mar, tiene unas vistas esplendidas. Llegamos al Palacio,
construido a principios del siglo pasado por suscripción popular, para albergar
a la familia real. Con una gran influencia británica, es una magnífica obra, la
cual, nos hace transportarnos a tiempos pasados. Nos acercamos al zoo, donde
pasamos un rato divertido con las ocurrencias de las focas.
Nos sentamos
a tomar algo una de las terrazas al lado del Casino, aunque hacía un pelín de
fresco, merecía la pena estar allí sentados. Entramos al Casino, por hacer
algo, jugamos un poco a la ruleta, hubo suerte y triplicamos nuestra
inversión. Picaríamos algo antes de
llegar al hotel, no teníamos mucha hambre.
Al llegar a
la habitación cambio la mirada de mi mujer, sé que esa mirada es de querer
buscarme, busca mi excitación, el provocarme, se fue al baño insinuándose. La
di su tiempo y entre al poco de escuchar como corría el agua, había aprovechado
esta espera para desnudarme, abrí la puerta de la ducha y puso la típica cara
de “sorpresa” nada sorprendida que ponen las mujeres cuando saben que va a
pasar algo. Fue una ducha light, nos
enjabonamos el cuerpo entero, sin tocar nuestras partes más erógenas, no sé
cómo pudimos resistir aquel suplicio. No sé el tiempo que estaríamos en la cama
haciendo el amor, solo sé que acabamos en el balcón, contemplábamos el parpadeo
de las luces de la bahía.
Nos
levantamos pronto, desayunamos tranquilamente, teníamos el plan hecho, hoy
tocaba Comillas y acabar de descifrar la prueba. Antes quería pasarme por
Casasola, quería conocer el pueblo de nuestro amigo Fulgencio. Es un barrio de Ruiloba, 4 casa humildes, que
no tiene mayor interés. Como íbamos con tiempo, no pasaríamos antes a
Oyambres, es un espectáculos el conjunto que forman sus rías, dunas y bosques,
así después comeríamos en Comillas y si
se daba bien nuestra búsqueda y acabábamos pronto, iríamos a ver otro magnífico
espectáculo, el Desfiladero de la Hermida.
Llegamos a
Comillas sobre las 12, nos dirigimos derecho al cementerio, son muchas las
veces que le he visitado, pero me sigue dando cierto repelús, la estampa es de
película de terror. Entramos despacio, contemplando cada lapida, cada rincón,
todo bajo la vista del Ángel. Fuimos
hacia la pequeña puerta, tenía que ser la ventana que da al mar, es precioso
asomarse por aquel hueco y contemplar aquella vista.
Después de la pequeña distracción de las
vistas, volvimos a la realidad y a la búsqueda de lo que nos había traído.
Una a una
fuimos leyendo los nombres de las lapidas, de izquierda a derecha y de arriba
abajo, no queríamos que se nos pasara. Casi al momento de empezar me golpeo mi
mujer en el hombro y me dijo:
-Aquí esta.
Señalo abajo del todo.
La cosa iba
tomando forma, ahora solo nos quedaba la última parte:
“donde
siempre es primavera, está la respuesta”
Me vino a la
mente de repente, los floreros, no pida ser otra cosa. Saque las flores de
uno, estaba vacío, saque las del otro……………….allí estaba el sobre. ©Fer
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