Abrí el ojo al entrar la primera claridad por la ventana,
me estire un par de veces, tenía los músculos agarrotados. Me acerque a la
venta a mirar el día que hacía………………plomizo, siempre igual, creo que en todos
los días que hemos estado, cerca de 30 juntando todos los viajes, hemos tenido
3 o 4 días de sol, los demás ha sido este cielo plomizo.
Duchados y arregladitos bajamos a desayunar, el salón
Meurice es espectacular, decorado de forma palaciega te traslada a la corte del
Rey Sol. Con el estómago lleno al salir nos llamó otra vez la recepcionista y
nos entregó otro sobre, ¿cuantos habría?
“Buenos días
Espero que os divirtierais, es muy romántica la cena en
el barco y el espectáculo le pone un
punto frívolo. Hoy disfrutar del día a vuestro aire, esta noche tenéis entradas
para la Opera.
A divertirse. Besos”
No sé lo que pretendía Encarnación y hasta donde quería llegar,
las demás pruebas las había ido entendiendo, pero esta no daba con la clave, no
teníamos que hacer nada, solo disfrutar. Lo que no la puedo negar es su
capacidad de organización, lo tenía todo perfectamente cuadrado, no se le
escapo ni un solo detalle.
Hoy nos quedaríamos a esta parte del río teníamos que
hacer algunos encargos y seguro que algo caería para nosotros. Para que vamos a
perder el tiempo, derechos a la Vendôme, plaza donde están las mejores joyerías,
aquí sería nada más que darse el gusto de mirar. La Madeleina, la Opera, y
derechos para el Sagrado Corazón. En este último tenemos una anécdota de lo más
simpática.
En nuestro primer viaje, el primer día, si nos dan un par
de horas más nos salimos de Francia, mapa en mano y con cara de Paco Martinez
Soria, por la tarde a última hora queríamos ir al Sagrado Corazón, las puestas
del Sol son inolvidables con todo París a tus pies. Nos bajamos del metro y derechos para arriba, calle para un lado,
calle para otro y delante de nosotros
una escalera muy parecida a la del Exorcista, pero como 4 veces más larga.
Pasito a pasito fuimos subiendo con las piernas agarrotadas, llevábamos más de
12 horas dando vueltas. Entramos en el Sagrado Corazón, rezamos un padre
nuestro y salimos a contemplar las vistas, mientras estoy extasiado por la
visión siento una colleja, encogido por el susto oigo la voz de Rosa:
-Me haces subir todas esas escaleras y hay funicular……………….te
mato.
Habíamos subido por una escalera que hay en el lateral y
no por la escalinata principal.
En la calle San Honore,
sin tener el nombre de otras, está salpicada de las mejores tiendas de París
va paralela a los Campos Elíseos y a Rivoli. Es conocida la pasión de las
mujeres por las tiendas y como es lógico, mi mujer no hace de menos su
condición femenina, así que nos la recorrimos por completo. Acabamos llenos de
bolsas y derechos al hotel.
Mientras se duchaba Rosa baje a recepción, quería intentar
sonsacarle algo a la chica de los sobres.
No saque muchas cosas en claro, pero alguna cosilla sí. Los sobres habían
llegado por correo en un sobre más grande, ella seguía órdenes personales del director
del hotel y solo sabía cuándo tenía que entregar cada sobre. Subí a descansar
un poco y a ducharme antes de bajar a cenar. ©Fer
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