Nos despierta el timbre de la puerta, los dos nos
sobresaltamos, no hablo pero con mi cara lo digo todo.
– Es la que me limpia, dejé la llave puesta para que no pudiera entrar.
– Es la que me limpia, dejé la llave puesta para que no pudiera entrar.
Sale cerrando la puerta de la habitación. Me da un poco de vergüenza salir, pero cuando lo hago y veo esa sonrisa en su cara se me pasa todo. Casi me olvido que con él cerca todo va bien.
Nos pasamos toda la mañana en pijama, tirados en el sofá,
fuera está nevando. Hasta por la noche no nos decidimos a salir, cena en un
Vips. Me da igual donde me lleve, salir que no salir. Es curioso que ahora que
estamos juntos no hablamos mucho, a veces nos quedamos mirándonos durante largo
rato, pero sin hablar (me siento cómoda en esos silencios). Estar con él me
hace sentir como en un refugio cálido y acogedor donde he encontrado todo lo
que necesito. Es cariñoso, detallista, amable, bromista, inteligente seguro...
y en la cama es... es... upss!! ja, ja, ja...
Al día siguiente nos despertamos tarde, pero nos quedamos en la cama hablando, me cuenta más cosas de su vida, de su trabajo… Le escucho y trato de imaginármelo en esas situaciones (aún me queda tanto por saber de él)...y sobre todo pienso que aún me quedan tres días más para estar allí… Tres días que se pasan volando… Si me ve agachada no se reprime las ganas de darme una palmada en el trasero… salidas en moto por la ciudad muertos de frío… besos… risas… caricias… ir cogidos de la mano… una copa en algún sitio… dormir y despertar juntos…©Sugar
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