La noche era
oscura, no veía más allá de lo que iluminaban las luces del coche, menos mal que conocía a la perfección
aquella carretera local. Las curvas se unían unas con otras, no había tiempo
para la relajación. Tenía que llegar cuanto antes.
Entré en el
camino y al final se veían las luces de la casa, era pequeña de familia
humilde. La silueta de Lucia resaltaba en la puerta, vino hacia el coche a toda prisa entre
sollozos y con la voz entrecortada, intento explicarme lo que sucedía. Cogí el
maletín y entre rápidamente.
Paco estaba
encima de la cama con todas las sábanas llenas de sangre, estaba inconsciente, no se movía, lo primero
que hice fue tomar el pulso, era débil pero constante. Una herida en la
pierna era la causante de todo aquello. Abrí el maletín y me puse unos guantes,
tenía que saber de dónde venía toda aquella sangría.
Era un
agujero limpio, iba directo a la vena
safena, menos mal que no había pillado
la arteria poplítea, sino no habríamos tenido tiempo para nada. Trabajo a toda prisa, pero con el máximo
cuidado, no quiero provocar nada más de lo que ya tiene. Esto sería mejor
hacerlo en el hospital, pero si no lo hago aquí no sale. Voy limpiando la herida hasta llegar a la
vena, tengo que coser como sea.
La cosa se
complicaba, no era capaz de suturar la vena, cada vez que clavaba la aguja se
rajaba la pared. Eché mano a una hoja de bisturí, tenía que abrir el campo para
poder anudar y parar la hemorragia. No
sé lo que tardaría en llegar la ambulancia, que no tarde,
necesitaba ponerle suero, la tensión arterial tenía que estar demasiado
baja.
Sentado en el poyo contemplé como se alejaba la
ambulancia, encendí un cigarro y respire profundamente, si no hay complicaciones creo que Paco saldrá
de esta. Clareaban las primeras luces. ©Fer
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