No deje de darle vueltas a sus palabras, tenía sentimientos encontrados. Por un lado
me gustaba y por el otro me entraba un
repelús por el cuerpo.
Gonzalo me caía de maravilla, le apreciaba mucho, me provocaba sensaciones que jamás las había
tenido, pero de ahí no pasaba, no estaba enamorada y me entro el miedo de que él sí. Teníamos que
hablar y dejar las cosas claras, no quería mal entendidos.
Quedamos en el café de siempre, estaba sentado en la mesa
de siempre. Nada más verme se levanto y vino hacía mí, nos fundimos en un
cálido abrazo y me dio dos besos. Las muestras de cariño más afectivas en
público no podían ser.
Creo que fui algo dura, exprese mi miedo por sus palabras
de forma directa, dejándole algo desconcertado,
un rictus en su cara así lo evidenciaba.
Sin gran convencimiento, comento que lo tenía claro desde el primer
momento y sabía cuál era nuestra situación.
Después de contarme como iban las cosas en la oficina, me
agarro las manos y me pregunto si nos veríamos al día siguiente, me había preparado una sorpresa.
Me encontraba
mejor una vez aclaradas las cosas e intrigada de cual seria la sorpresa.
Llame a la puerta del apartamento y tardo un poco en
abrir, junto nuestros labios en un beso profundo, me abrazo y dijo a mi oído:
“Tengo que presentarte a alguien” Me quede helada, entonces vi a un hombre.
Tendría 30 años, alto, apuesto y con unos ojos casi
negros que penetraban. Cuando nos presento fui a darle dos besos, el me abrazo
y me beso en los labios. Todo aquello me tenía desconcertada, no sabía de qué
iba aquello, aunque me lo podía imaginar. Pase
al baño, tenía que centrarme un poco.
Tenía dos opciones, salir de allí corriendo o dar un paso adelante y ser
yo quien llevara las riendas. No sabía cómo lo iba hacer, nunca había estado
con dos hombres, pero si es lo que
quería, lo tendría.
Me fui derecha a Gonzalo, le abrace y bese con fiereza,
mientras Álvaro que así se llamaba, nos miraba. Le hice un gesto para que se
acercara, sentí su mano en mi culo, me di la vuelta para buscarle, nos besamos,
su lengua jugó con la mía, mientras sus manos apretaban mi culo, sentí las
manos de Gonzalo apretando mis pechos.
Estaba entre aquellos dos cuerpos y su manos no dejaban de recorrer el
mío.
Aquella situación me había provocado tal grado de
excitación que se fueron las dudas que tenía. Gonzalo saco mis pechos
ofreciéndoselos a Álvaro, el cual no tardo en dedicarse a ellos con boca, la
dedicación de aquel hombre era deliciosa. Note una mano que subía por mis
piernas y se introducía en mi tanga, el suspiro que di al notar sus dedos en mi
resonó en la habitación, Otra mano subió mi falda y se esmero en acariciar mi
culo. Necesitaba más.
Sin decir nada me libere de aquel abrazo, los tenía a los
dos enfrente de mí, situada entre los dos y besándolos alternativamente, mis manos fueron en busca de su hombría. Al
sentir lo que guardaba nuestro amigo casi me asusto.
Me arrodille y desabroche sus pantalones, baje sus
calzoncillos, dejando a mi disposición tan suculento manjar. Lo que aquel
hombre era magnifico, grande y grueso,
pero sin ser nada descomunal. Los tenía
en mis manos, nunca mejor dicho, cada una
se dedicaba a uno de ellos. Mi cuerpo quería mas, pase a lamer y chupar
aquellas maravillas.
Pasamos a la habitación, me desnudaron entre los dos, si
dejar de acariciarnos y besarnos, me tumbaron en la cama y se desnudaron. Cada
uno a un lado acariciaron mi cuerpo con las yemas de los dedos, eso sí, sin
tocar ninguna zona erógena. Los suspiros y jadeos que me provocaban se unían
como en una melodía.
Sin previo aviso, pasaron a ocuparse de mis pechos, lamiendo
y chupando mis pezones, sus manos se encontraron en mi sexo consiguiendo que no
pudiera aguantar más. Sin darme tiempo a recuperarme sentí la boca de Álvaro,
su lengua recorría cada pliegue, cada rincón, tenía casi una sensación de dolor
al tenerlo tan sensible. Gonzalo no
dejaba de besarme y lamer mis pechos, mientras la boca de Álvaro, me estaba
llevando otra vez a los límites. No puede resistir mi placer, al sentir como
Gonzalo penetro mi boca.
Tenía que descansar un poco, necesitaba recuperar fuerzas,
sus caricias y besos me encantaron.
Gonzalo aprovecho y me pregunto al oído: “Estas bien” Volví mi cara
hacia él y le bese profundamente, expresando así mi afirmación.
Pasados unos minutos y repuestas las fuerzas me coloque
de rodillas en la cama, soy agradecida y tenía que devolver el placer
recibido…… ©Fer
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