Desde que se marchó Gonzalo apenas habíamos cruzado palabra, Julia se encontraba como en una nube y yo no quería bajarla de ella. Aprovechando que me preguntó por donde había más leche dí el paso:
-¿Con quién estuviste después de la presentación? Con una frialdad digna de admiración continuó echando la leche.
-Sabía que no tardarías en preguntármelo. Que más da su nombre, quiero que no se vea involucrado.
-Haremos todo lo posible para que así sea. pero tal vez si las cosas se ponen muy mal lo tendrás que decir.
-Tú nos conoces bien, Leandro y tú habéis sido inseparables desde hace muchos años, vuestra amistad siempre ha estado a prueba de todo. A mi creo que has llegado a conocerme mejor que él, por eso sabes que le quería y que no sería capaz de esto.
Llevaba razón los conocía demasiado bien, sus virtudes y sus defectos, sus dignidades y sus vilezas, sus pudores y sus lascivias.
Después de darle los tranquilizantes puse la televisión un rato, no era capaz de centrarme en la programación, así que me dedique a pasar los canales de forma casi mecánica. Los recuerdo se sucedían rápidamente, se iban entrelazando las épocas y las situaciones, los buenos con los malos, era como una moviola de la vida. No fuí consciente en que momento las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos.
Me desperté sobresaltado al notar una mano en mi hombro y antes que pudiera decir nada...
-Borja Soria, dijo Julia de pie al lado del tresillo.
-¿Como dices?
-Borja Soria, con él estuve.
-¿Y?
-Sabes que para ti no puedo tener secretos, no te contaré cosas, pero si me preguntas siempre te digo la verdad. ©Fer
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