Según la autopsia tenía cortes en las muñecas que le habían hecho desangrarse, no se observaban marcas y los análisis de toxicología sólo reflejaban un exceso de Sildenafilo, principio activo de la Viagra. Todas las evidencias que había en el dormitorio indicaban que no era un suicidio. Tenía que saber lo que había hecho Leonardo aquel día.
Acompañe a Julia a su casa, no quería que pasara aquello ella sola, sería duro para ella el volver. Su cuerpo se fue tensando a medida que nos íbamos acercando, el miedo se reflejaba en su cara y el silencio acentuaba la situación, pero no me salían las palabras. Se quedó parada al salir del coche y de lo mas profundo de sus entrañas salió un suspiro, me miró y con paso firme se dirigió a la puerta. Estaba todo en prefecto estado, el servicio lo dejó todo como si no hubiera pasado nada.
Julia rompió a llorar al entrar en el dormitorio, se abrazo a mí y escondió su cara contra mi cuerpo, entre sollozos balbuceó:
-No puedo, recojo algunas cosas y volvemos a tu casa.
-Si mejor será.
Hizo un par de maletas y regresamos a casa.
Tenía que averiguar que es lo que había hecho Leonardo aquel día y si podía también quien participó en aquella fiesta sexual. No quería hacer el trabajo de la policía, pero tampoco quedarme sin hacer nada, además yo conocía los ambientes que se movía para sus fiestas.
Su secretaría me pasó la agenda y hasta la hora de la comida todo era normal, reuniones de trabajo, a partir de las 3 de la tarde no había ninguna anotación, desde esa hora tendría que empezar a averiguar dónde y con quién estuvo. Empezaría por ir a un bar de las afueras que solía frecuentar con algunas "amigas", tenían un pequeño salón al fondo muy discreto que utilizaba Leandro para organizar comidas "diferentes", si el camarero o aquella paredes hablaran.
Yo había participado en alguna de ellas, las cosas no estaban programadas todo lo que pasaba iba surgiendo, podían llegar a ser desde una cosa morbosa con diferentes juegos con la comida, hasta verdaderas orgías de sexo sin medida. Siempre me viene a la mente una comida donde había una pareja sevillana.
Recogí a Leandro en su oficina, me indicó que teníamos que ir a recoger Concha, una amiga suya enfermera que estaba metida en este ambiente y luego a comer. Concha era una mujer de unos 35 años de muy buen ver, alta, morena, pecho generoso, caderas pronunciadas y muy elegante. Cuando la recogimos se subieron los dos atrás dejándome de chófer, después de saludarme ella comenzó a contarnos algo de su ex-marido de la forma más normal y cuando miré por el retrovisor y mientras ella seguía contando algo de la pensión, Leandro había sacado el pecho mas próximo a él y lo lamía desesperadamente. Entre risas, gemidos y comentarios provocadores llegamos al bar. Nada más bajarse del coche se acerco a mi y me dio un beso húmedo y profundo, acto seguido me susurró al oído:
-Voy sin bragas y recién depilada.
Antes de entrar al reservado nos pedimos una cañas en la barra, en ese momento entraron por la puerta una pareja y se dirigió hacia Leandro saludándole de forma efusiva. Presentó a Concha y después a mi, se llamaban Tony y Viky, eran de Sevilla y habían venido a pasar unos días a Madrid, apuramos las consumiciones y pasamos al comedor. Solo había montada una mesa para 4, Leandro me frenó al intentar avisar al camarero que faltaba un cubierto:
-Está bien así.
Bajo mi sorpresa Tony se sentó en una silla en un rincón mientras los demás ocupamos nuestros sitios. Los comentarios fueron subiendo de tono a la par que el juego de pies por debajo de la mesa, entre platos y mientras decía algunos piropos Leandro comenzó a pasar su manos por los pechos de las dos mujeres mientras a ellas les cambiaba la cara. Se levantó Tony de su sitio y se metió debajo de la mesa, su mujer echó la silla un poco para atrás y se acomodó, seguimos comiendo como si no pasara nada, Viky era una caja de suspiros y gemidos que no podía llevarse la comida a la boca, de repente Concha lazo un gemido y se aferro a la mesa, aquello ya no tenía fin.
-Creo que este perro nos ha dejado bien preparadas, dijo Viky mientras se levantaba.
Se quedó de pie al lado de Leandro, este la empezó a tocar los muslos hasta llegar a su entrepierna, en ese momento sentí la mano de Concha que se posaba en mi pierna e iba ascendiendo. Viky era una verdadera máquina sexual, jamás en mi vida he visto mujer igual, no sé las veces que pudo llegar al orgasmo, enlazaba uno con otro gritando como si estuviera poseída por el Diablo. Acabamos en un desenfreno sexual los 4 que nos llevó casi a la extenuación, mientras Tony sentado en un rincón nos observaba. Tumbadas encima de la mesa las dos mujeres se acariciaban.
Nos vestimos, pasamos por el baño y en la puerta nos despedimos, eso sí diciendo Tony y Viky que siempre que vinieran a Madrid nos avisarían.
Así que ese sería el primer lugar donde ir a preguntar si estuvo aquel día. ©Fer
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