viernes, 17 de enero de 2014
EL TALIÓN...
Salí de casa pronto, algunos asuntos del despacho no podían esperar. Angeles lo tenía todo preparado, me pasó la firma nada más llegar, intenté resolver varias consultas y hablé con Gonzalo, ponía el despacho en sus manos hasta que se fuera solucionando el tema de Leonardo. Llamé a un amigo de la UDYCO por si se podía enterar de cómo iba la investigación.
Julia y yo fuimos amantes, todo pasó cuando Leandro se marcho durante un mes de safari. Entre nosotros siempre hubo mucha complicidad, pero nunca pensamos en tener nada más que amistad. Me invitó a comer en su casa el segundo día que estaba sola, todo trascurrió con normalidad hasta que llegó la hora del café, sentado en el sofá del cuarto de estar y sin saber cómo, nuestras miradas se cruzaron, sin mediar palabra y sin saber quien tomó la iniciativa, nuestras bocas se juntaron, primero de una forma suave, pero sin tiempo de reacción pasaron a ser unos besos húmedos y profundos.
Pasé muchos días de aquel mes con ella, los encuentros eran tórridos y salvajes, llegamos a pasar jornadas enteras sin salir de la cama, sus artes amatorias eran increíbles parecía conocerlas todas. Tuvimos largas charlas donde dejamos al descubierto nuestros sentimientos, miedos, pasiones,desengaños... por eso nos conocíamos a la perfección el uno al otro.
Recuerdo parte de una de las conversaciones:
-Tengo sentimiento de culpabilidad, ¿Tú no?
-No. Vamos a ver si me entiendes, tú para mi eres un amigo, muy importante y al cual quiero con locura, pero no creas que voy a tener otros sentimientos por ti ni por nadie, estoy enamorada de Leandro y creo que lo estaré de por vida. Tu conoces la debilidad que tiene mi marido por el sexo, pues esa debilidad me la ha trasmitido a mi, sé los encuentros sexuales que tiene y él conoce los míos, para nosotros solo es sexo. Así que no te sientas culpable.
-¿No tienes miedo a que aparezca alguien que....? no dejó que terminara la pregunta.
-No, no lo tenemos ninguno de los dos, danos todo el sexo que quieras con otros, pero amor solo entre nosotros.
Su palabras me dejaron pensativo, tenia que asimilar todo lo que me acababa de contar, pero aquel no era el momento oportuno, ella se había deslizado por las sábanas y se encontraba reanimando mi masculinidad. ©Fer
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