Acabamos de comer y
pregunto que la apetece hacer, ella me cede toda la iniciativa y se deja
llevar. Mi cabeza piensa rápido y el plan le tengo case ya urdido.
Siento sus pechos como se clavan en mi espalda cuando nos
subimos en la moto, mete las manos en los bolsillos de mi cazadora, mi cuerpo
se carga de electricidad y le doy al puño.
En el ascensor la tensión se puede casi cortar, ninguno
de los dos sabe dónde mirar, voy tramando como daré los pasa necesario para que
sea mía, la deseo, aquella mujer me atrae mucho más de lo que podía imaginar y
creo que para más de un polvo.
Siento como sus nervios van en aumento cuando me siento a
su lado en el sofá, todavía esta tensa y no sabe lo que vendrá después, no es
capaz de centrar sus pensamientos, la cabeza casi le da vueltas.
Cambio de canales instintivamente sin prestar atención,
solo estaba pendiente de sus reacciones, Dios mío, era un saco de nervios
sentado a mi lado. Solamente había visto a una mujer así de nerviosa y fue una
novia que tuve cuando tenía 16 años y nos quedamos solos un día en casa de mis padres.
Creo que ha llegado el momento, tomo aire y me giro hacia
ella, la miro fijamente a los ojos y ella clava los suyos en los míos, está
todo dicho. Me voy acercando lentamente sin dejar de mírale a los ojos hasta
que rozo mis labios con los suyos, le
cuesta unos segundos reaccionar, pero lo acaba haciendo. Nos fundimos en un
beso largo y profundo. ©Fer
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