Me contó que a ella le había sucedido hacia 2 años, me
estaba quedando con la boca abierta, no me podía imaginar tal cosa. Cloe mi
mejor amiga, esa que siempre ha estado a mi lado y no me había contado una cosa
así.
Salí de la tienda peor de lo que había entrado, no tenía muy claro los sentimientos que
inundaban mi cuerpo. Incredulidad, nerviosismo, culpabilidad, desengaño………….
aquella mezcla necesitaba asimilarla, el
pensar fríamente en todo y centrar mis ideas. Pasee por el Retiro toda la mañana, no fui a comer a casa,
pique algo en una cafetería, solo tenía ganas de estar sola y pensar.
Sonó el teléfono, lo cogí
como un autómata:
-Dígame.
No podía ser, era él, mi cuerpo se tenso de inmediato y el gesto de mi cara cambio. No sabía si
colgar o contestarle, pero por una
fuerza desconocida me impulso a contestar.
No se que tenia aquella voz pero me deshacía al escucharla, su
magnetismo derribaba todas la murallas
levantaba. Por dentro me estaba diciendo que no podíamos quedar, que
aquello era imposible, que una locura así no va a ningún lado, que este hombre
era un conquistador, que no caería en las redes de un Casanova, que aquella
sería la última vez que hablara con él. Dentro de media hora había quedado.
Sabía que me estaba quemando pero no podía hacer nada para
no hacerlo, era algo que doblegaba mi voluntad. Mientras caminaba para donde
habíamos quedado, me fui convenciendo que dejar las cosas claras y de terminar
con aquello, no sabía bien con que, por que tampoco había pasado nada.
Desde lejos le vi, estaba en la esquina donde habíamos
quedado. No resaltaba por nada en especial, pero resaltaba por todo, parecía
tener un aureola a su alrededor. Nada
mas verme una sonrisa ilumino su cara, se acerco de forma decidida, pasó un
brazo por mis hombros con seguridad y me dio dos besos para saludarme. Todo
esto que en otra persona resultaría grosero,
solo nos conocíamos de un rato la tarde anterior, el lo hacía de la
forma más normal y educada.
Me agarro del brazo de forma delicada, todo aquello me extrañaba, pero lo que
mas era que me encontraba de maravilla. Creo que con todo el mundo que
nos cruzábamos en la calle se daba cuenta de la cara pánfila que llevaba.
Volvimos al mismo café que la tarde anterior, la misma mesa,
parecía que no había pasado el tiempo.
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