Me desperté
feliz, haciendo la remolona y con
esa sensación en el cuerpo de satisfacción. Tenía la cama para mi sola, Paco ya
se había ido a trabajar y no me apetecía levantarme, levante las ropa y
comprobé lo que sospechaba, estaba completamente desnuda. Al momento me vino el
recuerdo de la noche anterior, cómo
disfrute de la pasión de mi marido y de
la excitación que siempre me ha provocado.
Como un puñal se clavo el recuerdo de lo que había estado
pensando en el momento crítico, no podía ser, me entro la culpabilidad, como
podía haber pensando en otro hombre mientras estaba con el que amaba, como me
había excitado tanto el solo pensar en el, que me estaba pasando, yo no soy
así, mi educación y mi forma de pensar no
me permiten estas cosas, no podía permitir mas aquello.
En la ducha, estuve más tiempo del habitual, el agua caía
sobre mi cuerpo, parecía como si intentara limpiarme de mis pensamientos.
Me fui a ver a Cloe a su tienda, amigas desde pequeñas
nos entendíamos a las mil maravillas, necesitaba hablar con alguien del tema y
no hay nadie mejor que ella para entenderme.
Cloe, era una mujer con mucho gusto desde siempre, su
tienda me encantaba llena de pequeños detalles por todos los lados. Nuestra amistad era de las buenas, siempre
habíamos estado la una para la otra en los momentos que nos necesitamos. Estaba
atendiendo a una clienta de las pesadas, esas que te hacen sacar medio almacén
y que al final no se llevan nada, pero
Cloe es un encanto y sabe llevar perfectamente aquellas situaciones. Mientras
terminaba me dedique a dar una vuelta y ver todas las cosas nuevas que había
traído.
Acompaño a la clienta hasta la puerta, nada más que se
cerró se volvió y solto de sopetón:
-¿Qué te pasa?
Esas son las ventajas e inconvenientes de conocernos tanto.
La dije que nada pero no se lo creyó. Desvió la conversación hacia las cosas
que habían venido nuevas, tiene un gran tacto y sabía que se antes o después se
lo contaría.
-Cloe, tengo que contarte algo.
Le conté todo lo que me había pasado desde la tarde
anterior, el encuentro en la tienda, el café, mi pensamiento en el. Ella me
miraba atenta y con una muesca de sonrisa, yo no me podía creer que la hiciera
gracia, pero confió en ella plenamente. Con gesto tranquilo me cogió la mano y me dijo:
-
Bienvenida, ya me extrañaba a mí que con lo
atractiva que eres no te hubiera pasado todavía.
1 comentario:
Una confidente a quien confiar sus secretos???? jajajajja mas peligroso se va poniendo muakisssssss
Publicar un comentario