lunes, 27 de mayo de 2013

FRENTE AL TECLADO.




Estaba delante del teclado y mis dedos no respondían, tenía muchas cosas que decir, lo máximo que llegaba a escribir era un renglón y según lo terminaba, lo borraba. Que estaba pasando en mi cabeza, que cosa me tenía en aquel estado de inquietud.

La verdad es que no estaba pasando por el mejor momento, varios temas me tenían un poco descentrado, pero no eran tan importantes como para esto. Lo peor de todo es que esta situación estaba durando ya demasiado tiempo y eso es lo que verdaderamente me estaba empezando a preocupar.

Una y otra vez comenzaba a golpear las letras, pero las ideas se apelotonaban y no era capaz  de ordenarlas. Escribía, borraba, pensaba y vuelta a empezar, aquel bucle me estaba sacando de mis casillas, quería gritar y dejar salir de mi todo aquello.

Me levantaba a por un café, encendía un cigarro con otro, frotaba mis dedos, acariciaba mi pelo, pasaba la mano por mi boca.  El cursor parpadeaba  en aquella maldita página en blanco, me tenía como hipnotizado, no podía quitar los ojos de él.

Maldije al oír el timbre de la puerta, no era hora de que viniera mi mujer, además ella siempre abre con su llave para no molestarme.  Las galas que tenía no eran las adecuadas para recibir a nadie, un vaquero viejo lleno de agujeros, alguno en parte comprometida y una chaqueta de lana gorda beige que me había tejido mi abuela.

Joder con las malditas compañías eléctricas y los cambios de proveedor.

Me tumbe un rato en el tresillo,  no me apetecía volver a ponerme delante del ordenador. Sin darme cuenta me fui quedando aletargado y en aquel estado de seminconsciencia las ideas empezaron a fluir con rapidez. Entre en un sueño profundo.

Me desperté al sentir un roce en la frente, entreabrí   los ojos y vi su cara, me estaba mirando con aquella expresión suya de bondad. Joder con la siestecita, 3 horas.

Que cosa más extraña, había cambiado mi estado de ánimo y tenía las ideas claras. Como si de un puzle se tratara, cada cosa se puso en su sitio y aquella madeja de ideas ahora estaban claras. 

Solo me quedaba una cosa por hacer, aplicar las conclusiones. ©Fer

jueves, 16 de mayo de 2013

FRANCISCA




Tenía la mirada perdida, aquella situación le estaba pasando una factura demasiado alta, no sé si sería capaz de salir de aquello. Su vida  había sido como una montaña rusa y en ahora estaba en lo más bajo.

Se había separado hace poco, el trabajo no iba como debía y le tenían que dar el resultado de aquella prueba. En pocos meses se le había acumulado muchas cosas y todas de calado.
Después de 20 años de casados, de la noche a la mañana su marido se había ido con una sudamericana 15 años más joven. Su empresa, aunque pequeña, siempre había estado bien gestionada, pero por una política de austeridad de su mejor cliente, comenzaba a tener dificultades. Una mañana, mientras se daba crema después de la ducha, se había notado un bulto en el pecho derecho.

Siempre había sido muy luchadora y no era fácil que la doblegaran los problemas, sacaba fuerzas de flaqueza y se sobreponía a las adversidades, pero ahora la estaba constando más de lo normal. No sé cuál de aquellos problemas era el causante.

Visto desde fuera y por alguien que la aprecia y la respeta, lo peor de todo es que no se dejaba ayudar. Te escuchaba, te daba la razón, pero no te hacía caso y no es que fuera hacer lo que le decías, que no es lo que se pretendía, lo que se buscaba era hacerle reaccionar.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y cuando una persona no quiere ser ayudada, no hay nada que hacer, por mucho que te lo propongas y luches, no conseguirás nada, tal vez lo único que puedes lograr es su rechazo.

Los amigos siempre están ahí. ©Fer

domingo, 12 de mayo de 2013

TURBADO.




Era de madrugada, no encendí la luz y me senté en mi sillón preferido.

Apoye la taza de café en la mesa y encendí un cigarrillo. Solo se escuchaban el tic tac de los relojes, el silencio es el mejor compañero muchas veces.
Estaba pasando por un momento diferente en mi vida, sin tener grandes problemas, había algo que no me dejaba disfrutar en plenitud, necesitaba poner las ideas en orden y atajar aquello.
Los pensamientos iban pasando por mi mente, los fui ordenando después de analizarlos, parecía  un bibliotecario que fuera colocando cuidadosamente cada tomo.  Me movía solamente para coger la taza o apagar el cigarro.
Los aspectos fundamentales los tenía claro, mujer, familia, trabajo……entonces ¿qué es lo que me tenía turbado?
A través de las rendijas de la persiana se clareaban las primeras luces del día, la tranquilidad seguía inalterable ya que era día festivo, no sabía los cigarrillos que llevaba, pero sí que era momento de rellenar la taza de café, el cuerpo me pedía más de aquel maravilloso néctar.
Una vez rellenada la taza y de vuelta en mi sillón, aferrado con las dos manos a ella y como buscando su calor, comencé otra vez a escrutar cada aspecto de mi vida, tenía que dar con ello.
Me sentía desconcertado, si fuera una cosa importante sabría lo que era y si no tiene importancia porque me tiene en este estado y queda otra posibilidad, que no lo quiera ver, que eso sería lo más grave, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Ya se oiga el trino de algún pájaro, el motor de un coche, empecé a distinguir con alguna claridad los objetos del salón, el mundo de la luz se estaba apoderando de la oscuridad y yo todavía sin dar con ello.
Levante la vista y vi como se recortaba la silueta de mi mujer al contraluz,  estaba de pie observándome, aquella visión me trasmitió paz. Se acerco muy despacio hacia mí y sin decir nada se acurruco en mi regazo, desapareció de mi toda inquietud. ©Fer