martes, 10 de julio de 2012

ESMERALDA. VII PARTE.



Con gesto firme sentada frente a su padre le explico claramente el cambio de vida que tenía en mente.  Se iría a vivir a Madrid y buscaría un trabajo.
Aquella decisión le pillo a su padre por sorpresa, era su ojito derecho, pero también sabia que cuando ella tomaba un decisión nada ni nadie la haría cambiar. Le pidió unos días para poder pensar en ello y darle una contestación, ella acepto.
Desde ese mismo momento, empezó a preparar sus cosas para la partida,  la mayoría  no le servirían para su nueva vida pero  tenía muchos recuerdos  que le gustaría llevarse, pequeñas cosas que no quería separarse de ellas.  Según iba metiendo en la maleta aquellos objetos le venían los recuerdos, momentos vividos que le dejaban en la cara  las sensaciones que le producían.


Su madre no hacia mas que sollozar a cada momento, sabia perfectamente en que lugar de la casa se encontraba por sus suspiros, No tenia el valor suficiente para preguntarle directamente  por que quería irse, dejar aquella vida cómoda y sin complicaciones. Sus ideas conservadoras no llegaban a entenderlo, solo se  preguntaba en que habrían fallado.
La casa se había quedado triste, muda. Nunca había sido de muchos ruidos, pero ahora se podía oír casi como se posaba cada mota de polvo, solo se rompía aquel silencio con el ruido de alguna puerta. En las comidas y cenas, momentos que los pasaban todos juntos, no cruzaban palabra  alguna, solo miradas.


Después de una semana viviendo esta situación, su padre entro en su habitación: Hija tenemos que hablar.
Se sentó en la cama, mientras su padre caminaba de un lado a otro del cuarto, se paró frente a ella, la miro a los ojos y comenzó a explicarle la decisión que había tomado. En estos días había hablado con varios amigos suyos, le había buscado un piso en pleno barrio de Salamanca y un trabajo en una Notaría y le daría una asignación mensual.
Se levanto  abrazo a su padre, le dio un beso y muy bajito y al oído le dijo: Gracias Papá.