lunes, 22 de agosto de 2011

ELLA

Se escucharon los tacones detrás de la puerta, esas pisadas firmes y seguras de si misma.
Giro el pomo y la puerta se abrió despacio, tardo una eternidad. Detrás de la puerta como escondida apareció su cara, unos ojos llenos de vida que hablaban por si solos.

Nos saludamos con dos besos, por fin pude sentir su piel, oler su perfume, sentir su presencia, después de tanto tiempo aquello se hizo realidad.  Desde el primer momento la charla fue  fluida, amena, como si nos conociéramos de toda la vida. No había tensión en el ambiente. No servimos una copa y seguimos charlando.

Sus  pies calzados por  sandalias de tacón, piernas esbeltas y bien torneadas, cuerpo con las curvas necesarias en su sitio, manos estilizadas, maquillada lo justo para resaltar sus facciones y ese pelo azabache. El conjunto era el de una mujer muy atractiva y atrayente.



Entre ponernos al día y bromas  se había pasado ya casi 2 horas. Apuramos las copas y salimos a dar una vuelta. Paseamos por  aquel parque,  debido al suelo de adoquines a ella la costaba andar por los tacones, aproveche el momento para coger su brazo y ayudarla.  Cuando sentí su piel en mis dedos, fue como recibir una descarga  eléctrica que me recorrió todo el cuerpo. Aquella descarga me dio la fuerza suficiente para mirarla a los ojos y decirla: Sabes que te voy a besar.

Desde aquel momento comenzó un juego divertido, interesante, morboso. Ninguno de los dos sabía cual seria el momento elegido. Seguimos el paseo y la charla, la noche estaba para ello, tranquila, serena y esa luna ocultándose en el horizonte.

Tomamos algo tranquilamente en una terraza, las miradas se cruzaban,  el juego de estrategia  tenia a los dos en tensión, ella  lo estaba esperando en cualquier momento, yo  retrasaba el momento para sorpréndela.

De camino hacia el hotel llego el momento. En una de esas paradas, que se hacen cuando vas hablando, que estaba mas cerca que otras veces, la agarre por la cintura, acerque mi boca y roces mis labios con los suyos, sentí en mis manos como su cuerpo se estremecía, la mire a los ojos, seguimos caminando y charlando.

En el ascensor nuestra pasión se desato, nuestras bocas se unieron, las lenguas se entrelazaron, nuestros cuerpos se juntaron formando solo uno, sentía el calor de su pecho contra el mío. Se abrió la puerta del ascensor, salimos entre juegos, llegamos a la puerta, que nos costo abrir y entramos  lo dos sabedores de lo que pasaría.