martes, 19 de julio de 2011

EL CIELO.

El cielo esta tarde estaba precioso, recordaba a esas escenas de películas bíblicas.
Nubes negras bajas, que son de lo mas amenazadoras, como si fuesen lo mas recóndito de los infiernos. Por encima de ellas esas nubes blancas llenas de pureza como el algodón, que te dan tranquilidad, paz, como si fueran las puertas del cielo. Remata el conjunto los rayos de sol, que se abren camino entre ellas y parecen puñales de oro que se clavan en la tierra. He parado en un camino al lado de la carretera, me he bajado para poder contemplar tranquilamente tal belleza.


Ante ese espectáculo, no se puede decir nada, solo mirar y callar. Ves como va cambiando poco a poco el aspecto y los sentimientos. Esa negrura, que te lleva a tus sentimientos mas tristes, en unos segundos pasas de esa claridad la cual te lleva a esa alegría de animo, a sacar fuera de ti lo mejor que llevas dentro.
Hay momentos que te da la sensación de ver los mejores frescos de la capilla Sixtina, si entrecierras un poco los ojos puedes ver como Dios extiende su dedo.
Despacio y sin darte cuenta todo va desapareciendo, se mezcla el mal y el bien, lo blanco y lo negro, me subo al coche y sigo mi camino.